Tus cinco panes y tus dos peces
- Marlon Corona
- 8 jul 2020
- 7 Min. de lectura
El Dios en el que creemos, es descrito en la Biblia como un Dios de poder, de misericordia, de gracia y de provisión abundante.
Casi en todas las páginas de la Biblia, encontramos al Dios Soberano obrando en favor de su pueblo, de acuerdo con su voluntad.
Quizá uno de los pasajes que mejor describen al Dios de milagros en el que nosotros creemos, es el Salmo 106.
Aunque en este pasaje se emite un juicio terrible sobre Israel, quien fue rebelde contra Dios, no deja de mostrarse la gloria del Dios Poderoso.
En los versículos 8 al 11, podemos leer lo siguiente:
“8 Pero Él los salvó por amor de su nombre, para hacer notorio su poder.
9 Reprendió al Mar Rojo y lo secó, y les hizo ir por el abismo como por un desierto.
10 Los salvó de mano del enemigo, y los rescató de mano del adversario.
11 Cubrieron las aguas a sus enemigos; no quedó ni uno de ellos”.
Mira al Dios de la Biblia, cómo es descrito en esta porción de la Escritura.
Es un Dios que tiene todo poder y autoridad sobre el cielo y la tierra.
Además, en el Salmo 78 se nos muestra a Dios como el Providente, que sustenta a su pueblo y nunca lo abandona.
En los versículos 23 en adelante leemos de esta forma:
“23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos,
24 E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, y les dio trigo de los cielos.
25 Pan de nobles comió el hombre; les envió comida hasta saciarles.
26 Movió el solano en el cielo, y trajo con su poder el viento sur,
27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo, como arena del mar, aves que vuelan.
28 Las hizo caer en medio del campamento, alrededor de sus tiendas.
29 Comieron, y se saciaron; les cumplió, pues, su deseo”.
Como puedes ver, el Dios de la Biblia es Poderoso para sostener a su pueblo, pues es un Dios de milagros que obra en la vida del hombre.
Mira lo que dice la Triple Bendición, descrita en 3 Juan 1:2:
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”.
El Señor desea que tú prosperes en todas las cosas, incluyendo el ámbito familiar, laboral, financiero, Él desea que goces de una buena salud, así como prosperas espiritualmente.
Por esta razón, tú no debes recibir en tu mente, una vez que has nacido de nuevo al creer en Cristo, pensamientos cargados de maldición, de fracaso o de pobreza.
Más bien, tienes que llenar tu mente con pensamientos acerca del Dios bueno.
Es importante que satures tu consciencia con los pensamientos provenientes de la Palabra de Dios.
Esto es particularmente importante cuando esperas recibir un milagro de parte del Señor.
¿Recuerdas la historia de la multiplicación de los panes y de los peces?
Aquella vez, el Señor Jesús fue seguido por una multitud, pues veían los milagros que realizaba en los enfermos.
Esto es muy importante porque los judíos esperaban a un Mesías que sanaría toda enfermedad y dolencia en el pueblo.
Ellos lo seguían porque tenían la esperanza de ser restaurados y sanados por Él.
En este relato se nos describen dos tipos de personas que se encuentran dentro del pueblo de Dios.
La primera de ellas es Felipe, uno de los discípulos del Señor.
Cuando el Señor Jesús le dio la orden de alimentar a una multitud, su mente se cerró completamente y se llenó de negativismo, pues tenía sus ojos puestos en las adversidades y no en el Señor, quien podía realizar un milagro.
El segundo de ellos es Andrés, el hermano de Pedro.
Después de escuchar que el Señor tenía la intención de alimentar a la multitud, aunque era una tarea imposible humanamente hablando, él buscó entre la multitud algo para traer delante del Señor.
Las limitaciones para Felipe y para Andrés eran las misas.
Sin embargo, sus reacciones fueron diferentes, como lo son el día y la noche, debido a la orientación de sus pensamientos.
Si nosotros pensamos que es imposible, entonces no encontraremos nuevas formas de salir adelante ni podremos prosperar.
Sin embargo, si llenamos nuestra mente con las palabras de la Biblia y creemos en el Dios bueno, nuestra vida será cambiada y un milagro sucederá.
Esta misma diferencia la encontramos en Felipe y en Andrés.
El relato se lee en Juan 6, y en los versículos 5 en adelante podemos leer lo siguiente:
“5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?
6 Pero esto decía para probarle; porque Él sabía lo que había de hacer.
7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.
8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?”
¿Cuál fue la reacción de Felipe? Fue un rotundo: “Es imposible, la misión no se puede realizar”.
Doscientos denarios equivalían al salario de 8 meses en los tiempos bíblicos.
Él pensó que aunque se tuviera todo ese dinero y se gastara en pan, aún así, eso no bastaría para que cada persona comiera un poco.
Nota que el Señor Jesús sabía muy bien lo que iba a hacer; Él tenía en mente alimentar a la multitud por medio de un milagro.
Sin embargo, la mente de Felipe no estaba lista para creer que era posible.
Hoy en día, muchos cristianos viven con una mente similar.
Aunque el Señor Jesús está a su lado y Él tiene todo poder para realizar milagros, ellos responden:
“No creo que sea posible. Por más que Dios haga milagros y que pues hacer algo, no creo que lo haga conmigo”.
He escuchado a muchas personas hablar de esta manera.
Así como dentro del grupo de los doce discípulos del Señor había un Felipe, también hay un Andrés.
¿Cuál fue la reacción de este último discípulo del Señor Jesús?
Después de escuchar las intenciones del Maestro, seguramente comenzó a buscar a alguien que trajera algo para comer.
Cuando lo encontró, vino corriendo a donde estaba el Señor.
Él estaba consciente de que era poco, pero eso no impidió que trajera al muchacho de los cinco panes y los dos peces.
“Aquí hay alguien” le dijo al Señor, “que tiene cinco panes y dos peces”.
Esa es una fe que nosotros debemos imitar.
Era muy poco lo que había, prácticamente insignificante.
Pero Andrés lo trajo delante del Señor porque creía que Él podía hacer algo; él tenía la fe de que, aunque fuera poco, en las manos del Señor, algo podía suceder.
Así debemos ser tú y yo.
No debemos vivir mirando las carencias y las imposibilidades de esta vida.
Si solo nos enfocamos en eso, no nos quedarán fuerzas ni ánimos para orar; mucho menos para esperar los milagros.
Pero si contemplamos a Jesucristo, quien calma tempestades, sana enfermos y echa fuera a los demonios, entonces tendremos fe para esperar los milagros.
Este es el segundo milagro que quiero que tengamos en cuenta durante esta semana.
Permíteme preguntarte, ¿a quién te pareces tú el día de hoy? ¿Acaso eres como Felipe que dice que todo es imposible y que nada se puede hacer?
¿O tienes el corazón de Andrés, que trae lo poco delante del Señor?
Esto último también tiene una tremenda importancia en nuestra vida personal.
Debemos traer lo poco que tenemos delante del Señor Jesús.
No importa si tú tienes tan solo cinco panes y dos peces en tu mano, tráelos delante del Señor Jesús.
Son muchos los que quieren recibir grandes respuestas a sus oraciones y grandes milagros, pero no se dan cuenta de que tienen que empezar con lo poco que tengan.
Tenemos que aprender el secreto de las pequeñas cosas.
Puede que tú digas: “Yo quiero que Dios haga un milagro en mi vida”; pero después de eso, tienes que ser fiel en lo poco.
Algo muy sabio es comenzar a orar diariamente, estudiar la Palabra de Dios, asistir a una célula y a la iglesia.
Son estas pequeñas cosas lo que nos lleva a las cosas mayores.
Hay una técnica de dibujo conocida como “puntillismo”.
Esta técnica se caracteriza por formar una imagen a partir de pequeños puntos, detallados de forma ordenada.
Hace días estuve en un museo en donde se exhibía una obra del puntillismo.
A lo lejos, se podía divisar perfectamente el rostro de una mujer.
Sin embargo, al acercarse, el dibujo estaba conformado por cientos de pequeños puntos ordenados de una forma asombrosa.
Mientras miraba aquel dibujo, comencé a pensar: “Señor, así es la vida. Tú nos enseñas en tu Palabra que la obra de arte de nuestras vidas está conformada por pequeños esfuerzos y decisiones cada día”.
Cuando tú sumas pequeños tiempos de oración, acompañados de pequeñas meditaciones en la Palabra de Dios, y sumas todo esto con pequeñas acciones de obediencia y servicio al prójimo, tu vida se convertirá en un bello dibujo de la gracia de Dios.
Felipe solo trajo cinco panes y dos peces; ante los ojos de otros, esto era algo insignificante, pero no ante los ojos del Señor Jesús.
La Biblia nos dice que Él tomo aquellos panes y peces, y dio gracias, y entonces el milagro de la multiplicación tuvo lugar.
Se puede decir que el hombre de fe conoce la importancia de las pequeñas cosas, pues presenta lo poco que tiene delante de Jesús para que Él haga un milagro.
El Dios de la Biblia es un Dios abundante, de provisión y ayuda sin límites.
Cree que Él está contigo ahora mismo y quiere obrar en tu vida personal.
Después, ten la fe de Andrés y cree que las pequeñas cosas en manos de Jesús pueden convertirse en grandes milagros.
Mira la iglesia Ascender, que comenzó cono ocho miembros en la sala de una casa.
Hoy en día, esta iglesia está alcanzando a muchas personas al rededor del mundo con la Palabra de Dios.
Pero todo comenzó como una semilla.
Tú también, trae delante del Señor tus cinco panes y tus dos peces, y espera un milagro; entonces, el Señor bendecirá aquello “poco” y algo asombroso sucederá.

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