Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay y que es galardonado de los que le buscan." (Hebreos 11:6)
Una de las frases que más han impactado mi vida, fue dicha por el pastor George Müller. Él dijo: “Espera grandes cosas de parte de Dios, y grandes cosas tendrás”. ¿Qué significan estas palabras? Que si abrimos nuestra manera de pensar y tenemos una gran expectativa, Dios llenará tal expectativa y un milagro sucederá.
La Biblia nos dice en Hebreos 11:6 de esta manera: “…”. Este pasaje nos dice que la fe agrada a Dios. Sin embargo, la fe no es algo místico, ni subjetivo ni abstracto. La fe es algo muy sencillo y practico. En cierto sentido, la fe es tener expectativa. Es decir, esperar que Dios obre, que Dios realice un milagro, que Dios salve.
Sin tal expectativa, o con una expectativa por debajo de la voluntad de Dios, es imposible agradar a Dios. Es como si dijéramos que Dios se agrada cuando hay un deseo, un anhelo, una expectativa, en el corazón de sus hijos.
¿Por qué digo que la fe es expectativa? El final de Hebreos 11:6 dice: “Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Según este pasaje, dos cosas son “necesarias”. Primero, creer que Dios existe, que Dios está ahí, a nuestro lado, con nosotros. Segundo, creer que Dios premia y galardona a los que le buscan.
Este pasaje dice que la búsqueda de Dios que se hace en fe tiene, por orden natural, tiene un galardón, un premio. Por eso, la expectativa que se hace en Dios tendrá una respuesta asombrosa.
¿Cuál es uno de los problemas que atan la vida de los cristianos hoy en día? Diría yo que entre ellos está la falta de expectativa en el Dios bueno. Si los hijos de Dios viven sin esperar algo, sin sueños y sin anhelos, entonces se perderán de las abundantes bendiciones de Dios.
Hace tiempo leí una historia muy entretenida. Se trataba de un joven que salió a caminar junto al lago, y mientras andaba se encontró con un pescador que estaba en su bote, pescando en silencio. Este hombre pescador tenía en su mano una regla de 30 centímetros.
El joven viajero, mientras lo observaba, se preguntaba cuál sería el uso que le daría aquel hombre a la regla. Luego de un instante, el pescador logró pescar algo. De inmediato, quitó el anzuelo de la boca del pez y sacó su regla de 30 centímetros, y lo midió.
Eventualmente, el joven se dio cuenta de que aquellos pescados que no superaban los 25 centímetros eran guardados por el pescador en la cesta, mientras que los que eran superiores a los 25 centímetros los arrojaba de vuelta al lago. Luego de observar por un largo rato, se dio cuenta de que, efectivamente, ese era el parámetro que tenía el pescador.
Muy interesado, el viajero le preguntó: “Usted debe ser un sabio filosofo o algo parecido ¿cierto?” Sin embargo, el pescador le respondió: “¿Por qué dices eso?” Y el joven replicó: “He visto que usted solo guarda los pescados que no miden más de 25 centímetros, y los que miden más de esa talla, los arroja al lago. Así que he concluido que debe haber una razón muy filosófica y sabia en todo eso”.
Al oír estas palabras, el pescador comenzó a reírse. Luego le dijo al joven: “No, no. Para nada. Lo hago porque resulta que la sartén de mi casa mide no más de 25 centímetros. Si llevó un pez más grande nunca me es posible cocinarlo”.
Atónito, el joven le respondió: “¡Qué manera más limitada de pensar! No importa si la sartén mide 25 centímetros y el pescado 30, porque si lo corta a la mitad, puede cocinarlo sin problemas”. Resulta que el pescador tenía una visión muy corta y limitada. Toda su vida había pensado: “Mi sartén mide 25 centímetros, así que mis pescados no pueden medir más de ese tamaño”.
La manera de pensar de este pescador es absurda y da risa. No obstante, hoy en día encontramos a muchas personas que piensan de la misma manera. Nosotros los creyentes en Cristo debemos cambiar nuestra manera de pensar.
Aquella mentalidad que se aferra solo a las limitaciones y que se conforma con la realidad, no puede obtener nada. En esta vida, para prosperar y tener éxito, debemos soñar y tener grandes aspiraciones y expectativas. Si solo pensamos en términos de nuestras carencias y nuestras debilidades, nunca lograremos nada.
Por eso, debemos pensar en Dios. Y debemos acordarnos que si primeramente buscamos su reino y su justicia, Él mismo se encargará de nuestras vidas y obrará grandes milagros en nosotros.
El Dios de la Biblia es un Dios de grandes expectativas para los suyos. En Isaías 54 está escrito algo asombroso acerca de la expectativa. El capítulo 53 habla sobre la venida del Mesías y su obra redentora. Pero a partir del capítulo 54 comienza una obra de restauración y poder. Esto significa que después de creer en Cristo como Salvador y único Redentor, podemos entrar en la poderosa obra de restauración y milagros preparada por Dios.
Isaías 54:2-3 dice así: “…”. El versículo 5 añade: “…”. Dios nos dice: “Prepárense. Tiene que estar listos. Porque yo los voy a visitar con bendiciones, con paz, con gozo, con abundancia”. Es como si el Señor dijera: “Solo podrán entrar en esta bendición aquellos que tengan expectativas, los que estén preparados”.
En lo personal, yo nunca dejo de soñar ni de trabajar. Cuando sé que algo es la voluntad de Dios para mi vida, sencillamente lo hago. Entonces, cuando estoy listo, Dios envía sus abundantes bendiciones y los milagros suceden.
Cuando yo era pastor de ocho miembros, nos reuníamos en la sala de mi casa. Pero cuando nos cambiamos a un lugar más grande, Dios comenzó a enviar más personas. Después, dimos el paso a un lugar un poco más amplio, y nuevamente más personas llegaron. Y así sucesivamente.
Usted, si quiere salir adelante y ver un milagro, debe tener primero una expectativa ardiendo en su corazón. El otro nombre de la fe es expectativa. Y cuando usted ora, se rinde ante Dios y le obedece, mientras trabaja con todas sus fuerzas, Dios comienza a obrar poderosamente.
De la misma manera como un matrimonio, cuando saben que un bebé viene encamino, hacen hasta lo imposible por prepararlo todo y tener todo listo antes de su llegada, del mismo modo nosotros debemos prepararnos para recibir los milagros de Dios. Cuando esperamos grandes cosas de parte de Dios, Él nos envía grandes cosas.
Amados de Dios, hoy es el día de tener una nueva expectativa, de soñar, de creer que los milagros ocurren. Extienda la magnitud de sus pensamientos mientras lee o escucha, o medita en la Palabra de Dios. No es que tenemos que llenarnos nosotros mismos, sino que el Dios Todopoderoso nos llena de su gracia y con su verdad. ¿Por qué no dejamos que Dios nos dirija? ¿Por qué no tenemos una nueva expectativa el día de hoy?
Haga esta oración conmigo
Dios soberano, permítenos entrar en tu perfecta voluntad para que tengamos una expectativa santa para tu honra y tu gloria solamente. Quita de nuestros corazones toda avaricia y codicia, y motivaciones equivocadas. Ayúdanos el día de hoy a tener una gran expectativa.
Nos has guiado por el Espíritu Santo a creer en Jesucristo como nuestro Salvador y único Redentor. Ahora nos diriges a extendernos y tener nuevos sueños y anhelos. Nos ponemos en tus manos, Padre. En el nombre de Jesús. Amén y amén.
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¡Qué importante es tener Fe! Pero no una fe mal entendida como si Dios fuera el genio de la lámpara que concede cualquier deseo. Más bien, lo importante es tener una fe del mismo tamaño de la entrega y obediencia a Dios con total disposición a seguirlo, servirlo y agradarle a Él.
“Pues como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también, la fe sin obras está muerta”. (Santiago 2:26)