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Foto del escritorMarlon Corona

Renunciemos a la murmuración

Actualizado: 11 feb 2020

"Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor." (1 Corintios 10:10)

Aquella persona que desea ser feliz y anhela tener mejores días, la Biblia le provee las siguientes instrucciones: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala” (1 Pedro 3:10-11).

Aquí, la expresión “amar la vida” significa llevar una vida de alegría y contentamiento. La frase “ver días buenos” se refiere a días mejores, de esperanza y gozo en Dios. Por ende, la voluntad de Dios es que llevemos una vida plena en Él y abundante de esperanza y felicidad.

El apóstol Pedro dice, en primer lugar, que dejemos de hablar el mal. Esto indica palabras destructivas, ofensivas y obscenas. Además, debemos evitar hablar mentiras y engaños. Finalmente, Pedro dice que nos apartemos del mal. Esto quiere decir renunciar a una vida de pecado y convertirnos a Dios de todo corazón.

Asimismo, debemos estar comprometidos a buscar la paz. En otras palabras, debemos ser pacificadores, no conflictivos, altaneros, contenciosos y pleiteros.

Quien hace lo anterior y dependiendo de la gracia de Dios busca llevar una vida pacífica, con toda seguridad disfrutará de la vida y contemplará como días de bendición y gozo tocan a su puerta.

Si usted se pregunta por qué razón Dios insiste tanto en que nos apartemos del pecado y vivamos una vida de obediencia, una de las razones, entre otras que ya hemos mencionado, es porque Él no quiere vernos arruinados o destruídos por causa del pecado y la rebeldía.

En la Biblia, el apóstol Pablo, incluyó una lista de pecados que debemos evitar a toda costa. Entre ellos se encuentran el orgullo, la codicia, la avaricia, la idolatría, la fornicación y el adulterio, entre otros.

En 1 Corintios 10:9-10 encontramos algunos más: “9 Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. 10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor”.

El apóstol Pablo nos advierte sobre tentar al Señor y vivir murmurando. Quisiera que terminemos las Meditaciones de esta semana pensando en estos dos pecados y sus implicaciones, así como la manera en la que debemos enfrentarlos.

El primer pecado que debemos evitar el día de hoy es tentar al Señor. ¿Qué quiere decir esto? Esto significa dudar de Dios, desafiando su poder y poniendo en duda su fidelidad y su Palabra.

Los israelitas tentaron a Dios con la comida, con la tierra a la que los había llevado y con sus mandamientos mismos. El pueblo se quejó de que Dios los hubiera sacado de Egipto y argumentaron que los quería matar en el desierto.

Como resultado de esto, Dios envió el maná y las codornices para que el pueblo se alimentará. Sin embargo, Dios castigó a quienes le tentaron y le pusieron a prueba. Aquella escena se repitió una y otra vez en el desierto, durante diez veces para ser exactos, y Dios, en cada ocasión los disciplinaba.

En cierta ocasión, Dios permitió que las serpientes venenosas del desierto entraran al campamento de los israelitas. Este relato se encuentra en Números 21. En otra ocasión, las pestes y enfermedades del desierto asolaron al pueblo.

Lo mismo aplica el día de hoy. Si venimos a Dios sin confiar en Él por completo, solo para obtener sus bendiciones pero no para llevar una vida de obediencia ante Él, eso significa que le estamos tentando y dudamos de Él.

Las personas que tienen esta actitud solo tratan de utilizar a Dios como medio para satisfacer sus propios intereses egoístas. Sin embargo, debemos evitar caer en este terrible pecado que entristece a Dios.

En lugar de desconfiar de la Palabra de Dios y de vivir dudando de su fidelidad, debemos tomar la decisión de fe. Tenemos que creer en la Palabra, obedecerla y confiar en que Dios, quien es fiel y justo, está con nosotros el día de hoy.

El tentar al Señor lleva a la murmuración, y la murmuración nos arrastra a la ruina y a la infelicidad. ¿Qué es murmurar contra Dios? Es tener queja en nuestro corazón en lugar de agradecimiento y bendición.

Hoy en día, muchas personas hablan negativamente de todo. Hablan mal de sí mismos, de su entorno, de sus circunstancias y se quejan por lo que están viviendo. ¿Acaso no saben que todo está en las manos de Dios y que es Él quien dirige nuestras vidas?

Si usted se encuentra en medio de una aflicción, no maldiga su situación. Si está luchando contra una situación adversa, no maldiga a las personas ni a su entorno. Más bien, mire al cielo y dé gracias porque Dios lo está formando en la fe y está forjando el carácter de Cristo en usted.

El problema es que, cuando caemos en la murmuración por tentar al Señor y desconfiar de Él, otros pecados se impregnan en nuestra vida.

Una persona que murmura contra Dios, se volverá negativa en el entorno en el que vive. Después, comenzará a juzgar a los demás en su corazón, los criticará y en el peor de los casos los maldecirá.

No solo eso, comenzará a tener envidia y celos terribles de aquellos que tienen una vida feliz. Tal persona no se podrá alegrar con el éxito de los demás sino que vivirá para criticar lo que otros hacen.

Siempre encontrará razones para pensar mal aún cuando todo marcha bien. Obviamente, una persona como tal ya ha perdido la felicidad y ha sido dominada por las raíces de amargura y depresión.

Una persona así, caerá también en el pecado de la contienda y el conflicto injusto con el prójimo. Vivirá en resentimiento, odio y rencor. Estas cosas no le agradan a Dios. El juzgar a los demás, la crítica, los celos, la envidia el odio y la contienda, también son pecados que entristecen a Dios.

Ahora mismo, despojémonos de estos pecados. La Biblia nos dice: “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien”. ¿Por qué no vuelve en amistad con Dios el día de hoy? Pídale perdón por sus pecados y conviértase de todo mal camino. Entonces, el Padre le recibirá, le restaurará y le levantará.

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