Reconozcamos nuestro error y cambiemos
"El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia."(Proverbios 28:13)
En la Biblia hay un libro dedicado completamente a la sabiduría. Se trata del libro de Proverbios. En este libro, encontramos: sabiduría para la vida, para las relaciones personales, para resolver problemas, sabiduría para la conducta y también para el éxito.
Pues la sabiduría es precisamente eso. Es tener la capacidad de responder asertivamente a los problemas que aparecen en nuestro camino y a través de eso, podemos ser felices y tener éxito en cualquier ámbito en el que nos encontremos.
Uno de los temas centrales del libro de Proverbios, es la sabiduría para vivir una vida transparente, limpia, honesta y responsable. Dios, quien es el Autor de la Biblia, consideró en su soberano consejo, mostrarnos la senda para una vida plena y una vida exitosa a través de este libro.
Es importante resaltar que en Proverbios encontramos frases como: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” o “Fíate de Jehová de todo tu corazón”. Incluso, hay un pasaje que dice: “Jehová dirige los pasos del hombre”. Todo lo anterior significa que la sabiduría que el Señor desea que llevemos a cabo, consiste completamente en la dependencia de Dios y en su gracia.
Por eso, para vivir con sabiduría, el primer paso que debemos dar consiste en tomarnos de la mano de Dios. Hay que creer que con Dios es posible llevar a cabo una vida de fe, esperanzada y amor. Con Dios es posible tener éxito y alcanzar la felicidad. No se trata de edificar un humanismo o una mera moralidad. No. Debemos aferrarnos a Dios. Él debe ser el principio de toda sabiduría en nuestra vida. Tratar de ser sabios sin Dios, no es otra cosa que mera banalidad que lleva a la soledad y a la amargura.
Es importante que tengamos, en primer lugar, este contexto. Dios, verdaderamente quiere darnos la bendición de un Nuevo Comienzo. El Señor, por medio de Cristo, nos otorga una segunda oportunidad. Sin embargo, para poder ser poseedores de esta gracia debe haber una predisposición en nuestro corazón.
Es la siguiente. En Proverbios 28:13, está escrito lo siguiente: “El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. El mensaje de este pasaje consiste en comprender que, para poder prosperar y superar el fracaso y la derrota, primero tenemos que reconocer nuestras faltas y nuestros pecados. Si una persona realmente quiere abrir las puertas de su vida para recibir la gracia transformadora de Dios que brinda un nuevo amanecer, primero debe estar dispuesta a admitir sus errores, sus faltas y sus pecados.
El pasaje dice: “El que encubre sus pecados no prosperará”. Debemos ser sinceros delante de Dios. Debemos aceptar nuestras faltas, si en verdad esperamos que un cambio y una renovación tengan lugar.
La mayoría somos expertos en echar la culpa a otros. Eso forma parte de nuestra naturaleza pecaminosa. Adán nos heredo esa irresponsabilidad. Después de pecar, Dios preguntó al hombre al respecto de su pecado. El hombre respondió: “La mujer que me diste”. Eso revela un corazón que no quiere reconocer sus propias faltas y pecados.
Desde entonces, sufrimos de ese mal. Culpamos a la economía, al clima, a nuestros padres, a nuestra esposa o nuestro esposo, culpamos al gobierno. Incluso, culpamos a la mala suerte. Swindoll, decía que la humanidad había inventado la mala suerte para tener a quién culpar cuando no somos diligentes, ni responsables ni justos.
Sin embargo, la Palabra de Dios dice que para poder comenzar de nuevo, para tener un nuevo inicio, primero debemos ser honestos, sinceros, y confesar. La falta de confesión de nuestros pecados y la falta de reconocimiento de nuestros errores, solo nos esclaviza a la derrota y no nos permite avanzar.
En el año de 1974, en el campeonato de Universidades en Los Ángeles, se enfrentaron en la semifinal la Universidad de California y la Universidad de Notre Dame. Este fue un encuentro memorable. La Universidad de California había estado invicta durante 88 partidos y se sentían muy confiados y superiores.
Sin embargo, ese día sufrieron una terrible derrota, luego de ir ganando por 11 puntos. La victoria de la Universidad de Notre Dame fue aplastante. Al día siguiente, los titulares publicaron las palabras del entrenador, John Wooden. Él dijo: “Cúlpenme a mí. Creímos que los teníamos en la bolsa. La culpa es mía por no infundir en los jóvenes el coraje para ganar”.
Esa, precisamente, es la característica de un ganador. No le echa la culpa a otros. Al buscar al responsable de sus fracasos, va a los vestidores y mira al espejo. El entrenador John Wooden, admitió que se habían confiado demasiado.
Amados, en la vida cristiana, para ser campeones y para prosperar, primero debemos reconocer cuales son nuestras faltas. Debemos arrepentirnos de nuestros pecados y resolvernos a cambiar. Solo quienes muestran esta sabia virtud logran cambios importantes en sus vidas y en la historia.
Haga esta oración conmigo.
Amado Dios, en tu Palabra nos has indicado el camino para ser sabios en esta tierra. Esa sabiduría comienza cuando te reconocemos y dependemos de ti. Ayúdanos a vivir una vida centrada en ti, en tu poder y en tu gracia.
Reconocemos que necesitamos más sabiduría el día de hoy. Perdónanos cuando hemos sido negligentes e irresponsables, y no hemos asumido nuestra culpa. Perdónanos cuando hemos culpado a otros y no hemos asumido nuestra responsabilidad.
Hoy queremos reconocer nuestras faltas, nuestros pecados y nuestros errores. Danos la gracia para cambiar, para salir adelante. Que hoy, la misericordia prometida para los que confiesan sus pecados y se apartan, nos alcance y nos transforme. Gracias te damos. En el nombre de Jesús, nuestro Salvador. Amen y amén.
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