Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia (Números 6:25).
El Señor Jesús vino al mundo a predicar y a compartir la realidad del Dios bueno. Dios, a diferencia de lo que piensan muchos contemporáneos, es un Dios bueno. La razón por la que nos deprimimos y caemos en el desánimo la mayor parte del tiempo, se debe a que perdemos de vista la bondad de Dios.
El Señor Jesús enseñó enfáticamente sobre el Dios bueno, cuando le dijo a los discípulos: “…” (Mateo 7:9-11). El Señor dijo que aun nosotros que somos esencialmente malos tenemos misericordia de nuestros hijos y los alimentamos. Después comparó esa acción y dijo: “Cuánto más vuestro Padre”.
Dios es un Dios bueno que nunca nos da una piedra en lugar de un pan ni una serpiente en lugar de un pescado. Un teólogo llamado William McDonald dijo que todos los atributos de Dios son interdependientes unos de otros, pero la fuerza que articula los atributos de Dios es su bondad.
McDonald pregunta: “¿Qué sería de nosotros si Dios, quién es Todopoderoso, no fuera bueno sino perverso y malo? O ¿qué sería si fuera eterno y no bueno, sino malo? Su maldad no tendría fin. Y qué terrible si fuera Omnipresente y Omnisciente, estando en todo lugar y sabiéndolo todo, pero no fuera bueno, sino malo. Eso, verdaderamente, sería la peor de las tragedias”.
Él continuó diciendo: “Sabemos, sin embargo, que el Todopoderoso, el Eterno, el Omnisciente y Omnipresente Dios es un Dios bueno. Él es eternamente bueno, soberanamente bueno, justamente bueno, trascendentalmente bueno”.
Amados, el Dios al que acudimos, al que clamamos, del cual somos y al cual servimos, es un Dios absolutamente bueno. La Biblia no deja de reiterarlo: “…” (Salmo 119:68), “…” (Salmo 145:9), “…” (Salmo 86:5).
Jesús incluso dijo que Dios es el único bueno: “…” (Marcos 10:18). La Biblia incluso enseña que es la bondad de Dios la que nos guía hacia Él en arrepentimiento: “…” (Romanos 2:4). No quiero dejar de decirlo nunca: Él-es-bueno.
Una de las bendiciones que Él nos otorga en su bondad es la que se encuentra en Números 6:24-26, que dice: “…”. La segunda parte de esta bendición dice: “…” (v. 25). Significa, en el lenguaje original, una actitud amistosa, de favor y gracia, por parte de Dios hacia alguien.
En hebreo, esta expresión se refiere al rostro de un hombre que estaba endurecido y su semblante decaía cuando tenía la sensación de enemistad hacia otro hombre. Pero cuando se experimentaba la reconciliación, volvían la confianza y la amabilidad a esa relación, entonces su rostro revelaba contentamiento y alegría.
¿Qué significa esto para nosotros? Esta es la bendición de la reconciliación con Dios por medio de Cristo. Se refiere a ser recibidos en la familia de Dios y tener un lugar cerca del Señor. La Biblia dice que fundamentalmente todos los hombres son enemigos de Dios. Toda persona que nace en este mundo nace en un estado de enemistad contra Dios (Romanos 5:10).
Y por cuanto éramos enemigos de Dios, su rostro no brillaba para con nosotros, sino que el rostro de Dios estaba endurecido en nuestra contra. Qué terrible condición. Pero la Biblia nos dice que Cristo nos ha reconciliado con Dios. Por medio del sacrificio de Cristo, nuestros pecados han sido perdonados y Dios nos ha limpiado de toda maldad. Por consiguiente, el rostro de Dios ha resplandecido para con nosotros (2 Corintios 5:18-19).
Es por medio de Cristo que el rostro de Dios nos ha resplandecido. El Señor no podría darnos esta gracia mientras nuestros pecados estuvieran sobre nosotros. Pero cuando somos lavados por la sangre de Cristo, entonces el Señor nos devuelve una mirada de agrado.
Por lo tanto, en Cristo, aquellos que merecían por naturaleza la ira de Dios, hoy son hijos amados de Dios. Y los que deberían ser echados de la presencia de Dios con un “apartaos de mí” ahora son bienvenidos con “Venid, benditos”.
El día de hoy, para todos aquellos que están en Cristo, el rostro de Dios ha resplandecido. Dios les devuelve una mirada de amistad, de gracia, y les sonríe con su favor. Y ahora que usted tiene el resplandor del rostro de Dios sobre usted, ¿quién podrá hacerle frente?
Usted puede decir hoy: “No tendré temor, porque mi Dios, Él es el que pelea por mí”, tal como lo dice Deuteronomio 3:2. Si usted tiene el resplandor del rostro de Dios en su vida, entonces póngase de pie y salga adelante. Haga grandes cosas para Dios. Tenga sueños grandes y honre a Dios con ellos.
Usted no solo tiene esta bendición de parte de Dios, sino que tiene al mismo Dios bueno con usted. Entonces, ¿qué nos podrá dañar? No dice Josué 1:5: “…”.
Haga esta oración conmigo.
Padre celestial, qué gozo hay en mi vida al saber que eres el Dios bueno, el Dios de misericordia y el Dios de gracia. Todos mis temores son disipados por tu bondad y tu gracia. Ayúdame a plantarme firme en esta verdad. Que no lo olvide durante el día sino que lo recuerde a cada paso.
Gracias porque en Jesucristo, tu rostro ahora brilla sobre mí. Hoy me miras con misericordia, con favor, como a un amigo cercano. Te alabo Padre por esta gran obra. En el nombre de Jesús. Amén y amén.
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