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Foto del escritorMarlon Corona

Promesa de resurrección

Actualizado: 18 jul 2019

Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados (1 Corintios 15:22).

La razón por la que el cristianismo no es una religión terrenal sino celestial es porque se apoya por completo en una asombrosa promesa, la promesa de la resurrección. Esta promesa consiste en que Dios dará un cuerpo nuevo, glorificado, a aquellos que esperan en Jesucristo.Por eso, los alcances de la fe cristiana no son momentáneos, temporales o terrenales, sino eternos y celestiales.

La BIblia ha hablado del tema de la resurrección desde el principio. Aunque el libro de Job está situado casi en el centro de la Biblia, se estima que es un libro tan antiguo como lo es el Génesis. Esto lo podemos ver por el lenguaje usado, las características que se mencionan del mundo y por la moneda de cambio, que eran las bestias y las tierras.

En este libro, Job declaró: “…” (Job 19:25-26). Él fue el primero en hablar sobre una “carne” que vería a Dios. Además, el profeta Daniel habló sobre el poder de la resurrección: “…” (Daniel 12:2). El mismo Señor Jesús hablo sobre la resurrección: “…” (Juan 6:40). No solo esto, los apóstoles testificaron que verdaderamente, la promesa y la victoria final del cristianismo es la resurrección: “…” (Hechos17:18).

El cristianismo nunca ha sido solamente de una vida en esta tierra, de que todo marche bien o de vivir aferrados a las cosas de esta vida. No. El cristianismo es la promesa de ser resucitados en el día postrero. Pero, ¿qué es la resurrección y cómo se relaciona con nosotros?

Primero, pensemos en la pregunta ¿por qué necesitaríamos ser resucitados? En el principio, el propósito de Dios no era la muerte, sino que esta vino como resultado del pecado. La muerte y el pecado contaminaron la primera creación que se llevó a cabo en el Génesis. No obstante, en algún punto, Dios hizo la promesa a la humanidad de abolir por completo la muerte : “…” (1 Corintios 15:54-55).

Dios, en su plan de redención, escogería para sí mismo un pueblo por el cual Él pagaría el precio más alto: la Sangre de su Hijo, Jesucristo, el Dios encarnado. Las almas de cada persona de este pueblo serían redimidas y compradas para Dios, por Dios y en Dios. Sin embargo, ellos todavía tendrían que morir y sus cuerpos mortales serían vueltos al polvo.

La culminación de este plan glorioso de redención sería Dios venciendo sobre el enemigo que entró al mundo en el Génesis: la muerte. Pero, ¿cómo lo haría Dios? Él mismo recrearía todas las cosas, haría un cielo nuevo y una tierra nueva, como lo dice Apocalipsis 21:1-5.

Y para que su pueblo pudiera vivir eternamente en esa nueva creación, Él proveería a sus escogidos cuerpos nuevos y glorificados. Esa es la resurrección. Y esa es la esperanza que tenemos los cristianos. Que un día, en la culminación de los tiempos, Dios nos dará un cuerpo nuevo, tal como la Biblia lo enseña.

Segundo, quiero que pensemos sobre la naturaleza de la resurrección. ¿Cuáles son las cualidades de la resurrección? Este concepto de ser resucitados viene de la palabra griega “Anastasia” que significa “Estar de pie otra vez” o “Levantarse otra vez”.

1 Corintios 15:21-22 dice: “…”. Cuando morimos, nuestras almas son dirigidas al Señor. Sin embargo, estamos a la espera de la resurrección final. A este tiempo de espera, los teólogos lo llaman: El estado intermedio”. No es un nombre que aparezca en la Biblia pero explica el tiempo de espera hasta la resurrección.

Ahora, en 1 Corintios 15:51-53 dice: “…”. Dios levantará de la muerte a los suyos que murieron en Cristo con un cuerpo glorificado. Y, además, los que hayamos quedado hasta su venida, seremos revestidos de inmortalidad e incorrupción. Es decir, estos cuerpos no tendrán posibilidad de morir ni de pecar.

Esta resurrección se llevará a cabo en cuerpos nuevos. La Biblia nos declara las cualidades de esos nuevos cuerpos celestiales. En 1 Corintios 15:42-43 se describen: (1) Incorruptible, no se contaminará más con el pecado. (2) glorioso, bellos y perfectos. (3) Poderosos, tendremos toda la fuerza y poder que Dios le otorgó al hombre cuando lo creó. (4) Espiritual, un cuerpo sometido plenamente y en perfecta armonía con el Espíritu Santo.

Los hijos de Dios deben vivir vidas que apunten a la eternidad, a la resurrección, al mundo venidero. Nuestro corazón debe estar puesto en estas cosas. En aquel día, seremos revestidos de estos cuerpos. Nuestras almas se vestirán de la gloria preparada por Dios (2 Corintios 5:1-3).

A partir de hoy, aférrese a la promesa de resurrección y que su corazón cobre aliento. Pronto estaremos en la presencia de Jesucristo. Los que hayan muerto en Cristo, resucitarán con estos cuerpos incorruptibles y poderosos, y los que hayamos quedado hasta su venida, seremos transformados. Pero, ¿qué es la venida de Cristo y que queremos decir con ello? Quisiera responder a esa pregunta en la siguiente Meditación.

Haga esta oración conmigo. Padre celestial, qué asombrosa promesa la que nos has hecho en la resurrección. Cristo, tu Hijo, se levantó del os muertos. Y esa resurrección está en todos nosotros. Aguardamos ese día y nuestro corazón se alienta por presenciar aquel milagro maravilloso.

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