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Foto del escritorMarlon Corona

Pastoreados con amor

Actualizado: 16 oct 2019

"Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas." (Isaías 40:11)

El pastor Edwards dijo: “El reconocimiento de nuestra debilidad delante de Dios, es el camino a la verdadera fortaleza”. Esto quiere decir que reconocer nuestra necesidad y debilidad ante el Señor no es algo vergonzoso o degradante sino el principio de la fortaleza y la madurez espiritual.

Por lo tanto, la persona que desee encontrar fortaleza diaria y ánimo continuo para enfrentar la vida, primero ha de rendirse delante de Dios despojándose de una equivocada fe en sí misma, y ha de declarar una total dependencia del poder de Dios.

Cuenta una historia que, en cierta ocasión, tres jóvenes se perdieron caminando en la montaña. Habían pasado ya tres días y estaban a punto de morir de hambre cuando encontraron un árbol que tenía una única fruta.

El problema era que una sola fruta no sería suficiente para alimentarse los tres. Entonces, decidieron orar a Dios para que les ayudará a solucionar el problema. Dios, al oír aquella súplica, quizo probar la sabiduría de ellos. Les habló y les preguntó a cada uno qué querían que hiciera para resolver aquel problema.

El primero de ellos, respondió: “Dios, por favor, haz que aparezca más comida en el bosque”. El Señor le respondió que esa no era una respuesta sabia, pues no debemos esperar que la solución a los problemas aparezca mágicamente.

Entonces, el segundo de ellos dijo: “Dios, ¿podrías hacer que esta fruta crezca lo suficiente para que todos podamos comer?” El Señor le respondió que no es sabio pedir que las cosas se multipliquen de la nada, pues el hombre nunca se conforma y siempre quiere más, sin hacer ningún esfuerzo.

Por último, el tercer joven dijo: “Mi Dios, quita el orgullo de nuestros corazones y haznos pequeños para que esta fruta alcance para todos”. El Señor le respondió: “Has pedido bien, pues cuando el hombre se humilla y se empequeñece delante de mí, vera la prosperidad”.

Finalmente, cuenta esta historia que el Señor no solo hizo que aquella fruta alcanzara para saciar a los tres jóvenes sino que los guió y les mostró el camino de regreso a su pueblo.

Muchas veces ignoramos que el camino a la bendición, a la fortaleza y a la confianza comienza con la humildad y la rendición delante de Dios. No obstante, cuando aplicamos este principio a nuestra vida diariamente y acudimos al Señor con manos vacías, entonces, Él llena nuestras manos, nos fortalece, nos anima y nos ayuda a salir adelante.

La mayor parte del tiempo queremos que Dios resuelva nuestros problemas a nuestro modo, sin esforzarnos y sin cambiar nuestras vidas. Solemos ser egoístas, duros de corazón y caprichosos, en lugar de humillarnos, reconocer nuestra debilidad y cambiar nuestro modo de vida.

Sin embargo, cuando nos acercamos a Dios con sencillez de corazón y reconociendo que somos como tierra seca que necesita el agua fresca de su poder y su gracia, Él se complace en otorgarnos fortaleza y sabiduría para vencer nuestras dificultades.

Podemos decir que la llave que abre la puerta de las bendiciones celestiales es el reconocimiento de nuestra posición delante de Dios. Entonces, ¿cuál es la posición que debemos reconocer ante el Señor?

En la Biblia, nuestra vida es comparada con las ovejas. En repetidas ocasiones Dios declara que somos su rebaño y las ovejas de su prado. Por ejemplo, el Salmo 95:7 dice: “Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano”. El Señor dijo en labios del profeta Ezequiel: “Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 34:31).

Lo interesante es que las ovejas son animales débiles y frágiles que necesitan la ayuda y el cuidado del pastor, continuamente. Phillip Keller, en su libro “El Pastor que cuida nuestras almas” mencionó algunas cualidades particulares de las ovejas.

Él dijo que las ovejas son animales prácticamente ciegos. Son incapaces de ver más allá de cuatro metros y se guían mayormente por el oído. También dijo que son animales tan frágiles que si caen de una altura considerable sus huesos pueden romperse.

El pastor Keller dice, además, que cuando tienen pulgas, por causa de la ansiedad, golpean sus cabezas contra las rocas y se hacen heridas.

Si pensamos en esto, nuestras vidas son muy similares a las ovejas. Al igual que ellas, estamos ciegos en cuando al porvenir, pues no sabemos a ciencia cierta lo que sucederá con nosotros mañana y por eso, debemos guiarnos diariamente por el oído espiritual, mientras escuchamos la voz del Señor.

También, somos muy frágiles y débiles interiormente. Nos asustamos con facilidad y perdemos la paz rápidamente cuando estamos frente a un problema. Es por esta razón que necesitamos el consuelo y la fortaleza de Jesucristo.

No solo eso, cuando la plaga de la ansiedad, el temor o la amargura entran en nuestro corazón, nos desesperamos y perdemos la esperanza. Entonces, así como las ovejas, muchas veces chocamos contra la pared del desánimo y el desaliento. Sin embargo, el Señor Jesús remueve esas plagas de nuestra vida y nos devuelve el reposo y la tranquilidad.

Verdaderamente, nuestras vidas son como las ovejas. Somos frágiles, débiles y estamos en una continua necesidad de la gracia y el poder de Dios.

Hoy en día, muchas personas prefieren no pensar sobre sí mismas como gente necesitada y débil, sino que optan por el humanismo y el orgullo que se centran en el poder y capacidad humanos.

Sin embargo, para aquellos que reconocen la debilidad en sus vidas y buscan con fervor la intervención de Dios, Él ha dado una promesa. Isaías 40:11 dice así: “Como un pastor, [el Señor] apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas”.

El Señor promete ser un pastor para nuestras almas. Promete apacentarnos con ternura. Esto significa que Él es quien nos alimenta y sacia nuestra alma con el pan de la fortaleza, la seguridad y la sabiduría.

Además, declara que nos llevará en sus brazos, apegados a su pecho, en su regazo. Esto señala la profunda relación que podemos tener con Él pues no nos encontramos distanciados o alejados, sino cerca de su corazón y su calor.

Él mismo dice que “pastoreará suavemente a las recién paridas”. Esto significa que Dios cuidará de nosotros en todos los aspectos y además lo hará con sumo cuidado. ¿Sabía usted que los cabellos de su cabeza están contados? (Mateo 10:30). Ese es el cuidado pastoral de Dios. Él se interesa por todas las cosas que suceden en nuestra vida, desde las sencillas hasta las más complejas.

Le invito a creer en el amor pastoral de Dios. Reciba en su corazón la bendición de ser pastoreado por el amor de Dios y encontrará una vida abundante y bendecida.

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