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Foto del escritorMarlon Corona

Palabras de promesa

"Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Romanos 10:17).


Reciba la Palabra de promesa de Dios para usted


Hoy en día muchas personas hablan de la fe como si se tratase de un poder místico, una energía impersonal o una fuerza humana. Sin embargo, el concepto de la fe en la Biblia difiere de todo lo anterior.


Una pregunta a la que debemos saber responder con toda seguridad es la siguiente: “¿Qué es la fe?” La definición más clara acerca de lo que es la fe la encontramos en Hebreos 11:1, que declara: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

La fe es una certeza firme y una convicción inamovible. Es estar plenamente convencido de que algo existe, aun cuando no se puede ver.


Sin embargo, la fe no es una mera creencia subjetiva o una sensación de convicción sin fundamento. La fe es certeza y convicción en la Palabra de Dios. Es una total seguridad en cuanto a las cosas que Dios ha revelado en su Palabra.

De modo que nuestra fe, nuestra convicción y nuestra certeza tienen como punto de partida la Biblia y lo allí escrito. Solo a eso podemos llamar verdadera fe. Solo eso es verdadera convicción.


Amados, en la Biblia se encuentran registradas muchas promesas de bendición para nosotros. En específico, más de 3600 promesas son las que se encuentran allí para nosotros.

No obstante, el hecho de que estas promesas estén aquí escritas no significa que automáticamente serán nuestras solo por decir: “Amén” o “Lo creo”. No.


Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, hay a lo que llamamos “palabras escritas” de Dios que muestran la voluntad divina. Podemos decir que son el conocimiento general acerca de Dios y su plan soberano.


Sin embargo, para que esas verdades y promesas escritas en la Biblia lleguen a ser nuestras, tenemos que escuchar la voz de Dios en nuestro corazón. Esta es una obra milagrosa que solo el Espíritu Santo puede llevar a cabo en nosotros. Y a esto es a lo que llamamos “palabras de promesa”


La fe se forma en nuestro corazón como resultado de que un versículo bíblico o una verdad de la Palabra son encendidos y avivados en nuestros corazones por la convicción del Espíritu Santo.

Solo esta clase de fe, proveniente de la Palabra de Dios y avivada por el Espíritu Santo, es la que puede enfrentar los problemas y por medio de ella las dificultades y adversidades son resueltas. Estas “palabras de promesas son las que le hacen frente a la vida”.


La razón por la que siempre estoy invitando a la gente a asistir a las diversas reuniones de la iglesia es porque, cuando ellos escuchan la Palabra, Dios les imparte fe y esperanza.

Solo aquellas palabras de promesas pueden doblegar las adversidades de la vida. La fe es un elemento necesario para vivir una vida victoriosa y exitosa, pues la fe es, en realidad, el combustible en la vida cristiana.


Hace tiempo, una hermana me escribió una carta para relatarme un testimonio. Ella recibe diariamente las Meditaciones Ascender. A pesar de que había intentado por muchos medios ser sanada de una ulcera estomacal, nada parecía dar resultado. Probó aquí y probó allá, pero nada funcionó.


En su carta, la hermana me platicaba que un día, escuchando una meditación del 2017, titulada: “Esperar en Dios”, en determinado momento, ella sintió una tremenda convicción de que sería sanada.


Fue como si una luz penetrara en sus tinieblas y ella estuviera convencida de su real y completa salud. El pasaje que trajo esta certeza fue Juan 15:7 que dice: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”.

En ese momento ella dijo: “Así es, yo permanezco en la Palabra, me he arrepentido de mis pecados, creo en Jesucristo, su Palabra está en mi vida. He pedido la sanidad. Ahora Dios me la da por la fe”.

Se puso de pie, alzó sus manos y comenzó a llorar dando gracias. “Señor, tú me has sanado. Tú me restauraste por completo. Aleluya. Gracias a ti soy sana”.


Más tarde, asistió al médico, no por un nuevo medicamento ni por una nueva receta, sino para confirmar sus sanidad. El médico le dijo: “Señora, usted está completamente sana de su estomago. No tiene nada. Su flora intestinal está más sana que la de una adolescente”.

¿Por qué les cuento lo anterior? Porque una persona no puede declarar que un milagro tiene lugar en su vida si primero no ha recibido una palabra de promesa. Esa es la tremenda diferencia entre el convencimiento humano y la fe. Son dos cosas muy distintas.


Muchas personas empiezan a hacer algo sin recibir una palabra de promesa de parte de Dios. Las personas que no se detienen recibir primero estas palabras tan especiales y ardientes, hacen planes por adelantado y luego piden que Dios bendiga esos proyectos. Pero tales planes nunca serán bendecidos.


Usted puede ser bendecido solo cuando se arrodilla delante de Dios para orar y recibir de Él las “palabras de promesa”, antes de empezar cualquier proyecto. Sin estas palabras, nada podrá hacerse, nada podrá alcanzarse, sin importar cuan empeñados seamos en el asunto.


En síntesis, para que uno pueda tener fe, necesita que el Espíritu Santo le ilumine y le dé convicción por medio de la Palabra. Por eso, el punto de partida con las palabras de la Biblia.

Romanos 10:17 dice así: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. ¿Qué quiere decir este pasaje? Cuando usted lee la Biblia, en ocasiones llega a sentir que de pronto cierta frase enciende su corazón como una hoguera. Es ahí cuando se produce la fe.


Cuando Pedro se encontró con el Señor Jesús por primera vez, el Maestro le dijo: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar” (Lucas 5:4). Pedro obedeció y respondió: “En tu palabra echaré la red” (v. 5). Entonces, un asombroso milagro tuvo lugar.

Del mismo modo, cuando las “palabras de promesa” vienen del Señor, si las obedecemos y las ponemos en práctica, aunque no veamos ninguna evidencia, ni escuchemos nada ni toquemos nada, Dios se encargará de todo.



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