“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15).
1 Juan 2:15-17 dice lo siguiente: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” Este pasaje nos indica una de las evidencias más asombrosas que están presentes en la vida de una persona que ha nacido de nuevo. ¿En qué consiste esta marca distintiva? Puedo resumirla en una sola palabra: Separación. Pero ¿separación de qué? Del mundo, del apego por las cosas que ofrece y de la manera de pensar ofrece.
Quizá, uno de los mandamientos más radicales de la Biblia y más desafiante es el que dijo el apóstol Pedro: “ como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” (1 Pedro 1:14-16). Debemos darnos cuenta de algo: Haber nacido de nuevo, ser un hijo de Dios, me llevará irremediablemente y eventualmente, a separarme del mundo y de su forma de pensar.
Ahora, ¿qué significa separarnos del mundo? ¿Qué significa rechazar la manera de pensar del mundo? En primer lugar, debemos definir qué es el mundo. Cuando hablamos del mundo, no nos estamos refiriendo al planeta tierra. La palabra que se usa en la Biblia para referirse al mundo es una palabra que describe un conjunto de pensamientos e ideas que son, desde la raíz, contrarios a Dios.
Por consiguiente, el mundo al que nos referimos es ese sistema de valores y creencias que no tienen su fundamento en Dios sino en el egoísmo, en la sensualidad, en la avaricia y en la rebeldía contra Dios. Entonces, ¿a qué se refiere el apóstol Juan cuando dice que no amemos el mundo? Se refiere directamente a rechazar todo tipo de empatía, de afecto, de interés y deseo por las cosas que son contrarias a Dios.
¿Significa esto, entonces, que me tengo que pelear con todos solo porque no piensan como yo? No. Eso no es lo que quiero decir. No estoy diciendo que salga y busque problemas de gratis. Me refiero sí, a ser respetuosos y cordiales, sin embargo, no negociamos, no hacemos alianzas, no aceptamos la sensualidad del mundo ni sus ideologías.
El día de ayer creo que vi el video más triste que hasta ahora he visto. Fue publicado por la página Evangelio Puro, en Facebook. En él, se mostraba una serie de supuestas iglesias cristianas, en las cuales habían dejado entrar el mundo por completo. Desde la iglesia que hizo una fiesta de Halloween, la iglesia que en el mismo altar permitían bailes sensuales y provocativos, hasta la iglesia que introdujo la música secular y pecaminosa.
Me entristecí profundamente porque la iglesia no es eso. Muchos pastores y líderes han olvidado el verdadero significado de la conversión y la santidad de Dios, y han hecho de la iglesia un lugar de servicio al cliente. Mis amados, eso NO es la iglesia.
Creo que una de las cosas más chocantes en nuestros días es esa similitud que existe entre el mundo y la iglesia. Es tanto así que en la actualidad, usted puede confundir un antro con una iglesia cristiana. Puede confundir a un supuesto predicador con un motivador. Y se puede confundir
¿Cuál es la esencia del nuevo nacimiento. Permítame hablar de eso. El nuevo nacimiento no es un cambio de camiseta. No es dejar de ir a la iglesia tradicional para ir a una iglesia más fresca o relevante. En nuevo nacimiento no es unirme a un nuevo club social de moda en donde las personas cantan “música positiva” y visten bien los domingos.
No. El nuevo nacimiento es una obra sobrenatural del Espíritu Santo. En esta conversión sobrenatural, Dios mismo viene y hace morada en nuestro corazón. Y no puede ser que hijos de Dios, que dicen tener la simiente de Dios, que son regenerados, nuevas criaturas, deseen, busquen, anhelen y anden detrás de las mismas cosas que le mundo anda.
¿Sabe una cosa? Haber nacido de nuevo, tener la simiente de Dios, producirá un efecto poderoso y rotundo en mi vida. No podemos decir que el Dios que creó el universo, que llena cada centímetro del universo, y que su propio universo no lo puede contener, no podemos decir que cuando Él viene hace cambios tan débiles, tan imperceptibles a la vida, tan poco trascendentales. ¿Qué clase de Dios es ese que no es capaz de transformar una vida?
Por eso, una marca distintiva de que realmente he nacido de nuevo, y por la cual debemos hacer pasar nuestra vida completamente para examinarnos y probarnos a nosotros mismos, es que mis afectos al mundo, a sus ofertas, sus ideologías, y la comunión que antes tenía con el mundo ahora ya no está presente en mí. Se ha debilitado. Si he nacido de nuevo ya no puedo amar al mundo.
No solo eso. ¿Sabe qué va a suceder cuando dejamos de amar al mundo? Sucederá algo muy lógico: El mundo comenzará a rechazarme a mí. Por mi nuevo estilo de vida, por la santificación que Dios está obrando en mí, por mis nuevos deseos y convicciones. ¿Qué dijo el Señor Jesús? “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.“ (Juan 15:18-20). Por cuanto rechazaron al Señor, nosotros también seremos rechazados.
Hoy es un buen día para examinar nuestra vida a La Luz de esta verdad.
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