Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios (Éxodo 29:45).
El reformador Jonathan Edwards dijo una pequeña frase que, aunque corta, está cargada de significado: “El camino más necesario es el menos transitado”. ¿Qué significan estas palabras? Se refieren a que el camino de Dios, es decir, el andar diario con el Señor, es esencial para la vida y para nuestra propia sanidad, pero es lo que menos consideramos muchas veces.
Por consiguiente, debemos reconocer que la sanidad no es un destino sino un camino en el cual avanzamos diariamente con el Señor, paso a paso. Tanto la transformación como la sanidad tienen lugar en el encuentro diario con Dios.
El Señor, en Éxodo, ordenó que Israel ofreciera dos sacrificios continuamente, uno por la mañana y otro por la tarde. Además, debían venir al lugar de reunión con un poco de harina con aceite y vino.
Todo lo anterior, en realidad es una representación de la obra de Cristo en la cruz mediante la cual podemos venir ante Dios diariamente. Solo la obra redentora de Cristo puede reconciliarnos con Dios.
Lo asombroso es que tanto la sanidad como la restauración de nuestra alma se llevan a cabo, no en un evento, sino en el compañerismo, la cercanía y la comunión con Dios.
Dios dice claramente en su Palabra que Él mismo nos ha librado de la esclavitud del pecado y nos ha llamado para sí, con la finalidad de vivir juntos a nosotros en una estrecha relación diaria. Por ende, aquella persona que desea experimentar sanidad y liberación, primero debe caminar con Dios.
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