"Más estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros" (1 Corintios 10:6)
El pecado entristece y ofende a Dios. Sin embargo, puede que usted se pregunte: ¿qué es el pecado? O ¿Qué significa pecar? En el idioma original griego, la palabra que se usa para pecado es “Hamartia” y significa “la flecha que erró en el blanco”.
Cuando la Biblia dice que “todos hemos pecado”, como lo señala Romanos 3:23, significa que toda la humanidad ha errado en el blanco de llevar una vida centrada en Dios, y ha fallado en reconocerle como Dueño y Señor de todas las cosas.
En otras palabras, la humanidad creada por Dios erró en la meta de vivir agradándole y sirviéndole, y por el contrario, lleva una vida centrada en el egoísmo, en la arrogancia y la
autosuficiencia.
El apóstol Pablo insistió en que, como hijos de Dios, debemos apartarnos de todo pecado y debemos evitar entristecer al Espíritu del Señor. En Efesios 4:30, el apóstol escribió lo siguiente: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.
La palabra “contristar” significa “entristecer, afligir o herir”. De modo que, cuando llevamos una vida de pecado, centrada en el egoísmo y la rebeldía, entristecemos a Dios y le fallamos.
Es interesante notar la amplia y basta importancia que los hombres de Dios que fueron divinamente inspirados para escribir la Biblia, le dieron al tema de apartarnos del pecado y vivir agradando a Dios.
Esto se debe a que el cristiano es una persona que profesa amar a Dios y por ende, se da por entendido que debe apartarse de las cosas que entristecen al Señor. Es una sucesión muy lógica: “Quien ama, busca agradar; y quien ama, evitará todo lo que ofenda y entristezca al ser amado”.
Por medio de algunos personajes del Antiguo Testamento y de las experiencias que ellos vivieron, podemos darnos cuenta de cuáles son las consecuencias desastrosas del pecado.
El Señor ciertamente aborrece el pecado y no quiere que vivamos en medio de él. Si estamos llevando una vida de pecado, debemos tener presente que la destrucción nos alcanzará en algún momento.
Proverbios 5:22 (NVI) advierte lo siguiente: “Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan”. Y el Salmo 34:21 añade la frase: “Matará al malo la maldad”.
En 1 Corintios 10, el apóstol Pablo escribió sobre los pecados del pueblo de Israel en el desierto, como un ejemplo de lo que nosotros debemos evitar. En los versículos 5 al 11 leemos lo siguiente:
“5 Pero de los más de ellos (es decir, de la mayoría de ellos) no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. 6 Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. 7 Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. 8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. 9 Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. 10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. 11 Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”.
En estos pasajes, el apóstol resalta cinco pecados que Dios aborrece. Son los siguientes: Codicia, idolatría, fornicación, tentar al Señor y murmuración.
Durante esta semana, si el Señor nos presta la vida, es mi deseo que analicemos detalladamente cada uno de estos pecados y todas sus implicaciones, con la finalidad de que nos apartemos de ellos.
Sin embargo, antes de profundizar en estas desobediencias que el Señor aborrece, debemos resaltar que, aunque estos pecados de por sí son terribles, encubren un pecado en su interior que es la raíz y el origen de estos mismos.
Me refiero al orgullo. Así es, el orgullo es el origen y la raíz del pecado. Hace tiempo, estaba leyendo un libro del pastor Cho en donde él explica lo anterior con más detalle. El Dr. Cho dijo lo siguiente: “Todo pecado comienza con el orgullo; el orgullo de ponernos a nosotros mismos antes que a Dios, el orgullo de que nuestros deseos egoístas superen el deseo santo de hacer la voluntad de Dios”.
Si comparamos el pecado con un árbol, podemos decir que el fruto es toda clase de actos de desobediencia como la avaricia, la codicia, el egoísmo, la fornicación, etc. No obstante, todos estos frutos provienen de una raíz muy profunda llamada orgullo. Entonces, ¿qué es el orgullo?
Aunque muchas personas usan la palabra “orgullo” en sentido positivo al decir: “estoy orgulloso de tal persona o tal cosa”, la Biblia muestra al orgullo como ceguera espiritual, como un equivocado concepto de nosotros mismos y como el camino más corto a la destrucción.
En palabras más simples, el orgullo es la absurda proclamación de que yo estoy sobre todo. Es jactancia, es una autovaloración excesiva, es la exaltación propia. Proverbios 16:18 dice así: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”.
Antes de terminar, quiero recordarle algunas máscaras que usa el orgullo. La primera de ellas es la arrogancia. Este mal se relaciona con la necedad. La persona arrogante es aquella que está cegada y no se da cuenta de su error, sin embargo persevera en él con una actitud de superioridad.
La segunda máscara del orgullo es la soberbia. Es interesante que la palabra soberbia proviene de una raíz hebrea de la palabra “sabiduría”. La persona soberbia es aquella que no permite que nadie le enseñe. Para esta persona, todos están equivocados y solo ella tiene la razón.
La tercera máscara del orgullo es la obstinación. Este mal se refiere a una persona que persiste aun cuando sabe que está equivocada. Es la persona que no quiere reconocer su error y prefiere morir en la linea de batalla defendiendo una mentira antes que humillarse y reconocer la verdad.
Por último, el orgullo también se viste de altivez. Esto se relaciona con la persona que tiene aires de superioridad. De aquí proviene la discriminación y el ofender y menospreciar a otros.
Dios no quiere que vivamos en medio del pecado que nos lleva a la destrucción. Por eso, meditemos en nuestros caminos. Si logramos identificar algún pecado, acudamos a Dios y apartémonos de ese camino.
Si deseas recibir los audios de las Meditaciones Ascender en tu celular, envíanos un mensaje de WhatsApp con tu nombre al +5213322061834 ¡Es gratis y siempre lo será!
Comments