“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” (Salmo 119:105)
Unos de los temas más importantes de toda la Biblia es la sabiduría. Incluso, hay un libro dedicado a este tema, llamado “Proverbios”. Esto indica que para Dios, el hecho de que sus hijos vivan con sabiduría es algo de suma importancia que Él no toma a la ligera.
En la Biblia, la sabiduría se refiere mayormente a tres cosas principales. En primer lugar, la sabiduría es honrar a Dios y vivir justa y diligentemente delante de Él. Proverbios 3:7 dice así: “No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal”. Esto significa que no debemos basar nuestra vida en nuestra propia sabiduría humana y nuestras experiencias, sino que debemos vivir con humildad, reconociendo al Señor en todo. Esa es la mayor definición de sabiduría: Temer a Dios.
En segundo lugar, la sabiduría se refiere al dominio propio. En el libro de Proverbios, una persona sabia es la que sabe dominarse a sí misma y es aquella que no se deja llevar por cualquier emoción o sentimiento. Podemos decir que una persona sabia lo examina todo, medita, evalúa y entonces decide. Sin embargo, en contraste con el sabio, el necio toma decisiones apresuradas y corre, y hace, y dice, para al final quedar decepcionado.
Proverbios 18:2 declara lo siguiente: “No toma placer el necio en la inteligencia, sino en que su corazón se descubra”. Es decir, el necio no tiene control sobre sí mismo, no sabe hacer el bien, es incapaz de dominarse, de dejar pasar una ofensa, de callar, y tanto es así que no puede mantener la boca cerrada.
El capítulo 12, versículo 16, dice así: “El necio al punto da a conocer su ira; mas el que no hace caso de la injuria es prudente”. Hay personas que no se imaginan a sí mismas perdiendo una discusión, quedándose calladas, cediendo. ¿Sabía usted que esa es una actitud de necedad, en la cual no hay sabiduría?
Por otro lado, Proverbios 16:32 declara lo siguiente: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad”. Para Dios, la persona más fuerte es la que no se enoja con facilidad, deja pasar la ofensa como el agua corriente, y es capaz de dominar su carácter y sus emociones. Esa es la verdadera sabiduría. En palabras más sencillas, la sabiduría es estar dispuesto a perder una discusión para no perder la paz.
El dr. R. C. Sproul define el dominio propio del siguiente manera: “El dominio propio no es solamente limitarnos y dejar de hacer cosas, sino que también consiste en hacer y cumplir nuestra responsabilidad. No es solo impedir que el caballo se detenga, sino que es dirigirlo a donde queremos que vaya”.
En tercer lugar, la sabiduría en la Biblia consiste en tener la capacidad para resolver los problemas que aparecen en nuestro camino. Todas las personas tiene alguna clase de problema. Todos enfrentamos alguna dificultad en el día a día. Es más, yo pregunto, ¿quién de nosotros no tiene alguna situación que necesite ser resuelta en su vida? Todos.
Desafortunadamente, en ocasiones, la respuesta que algunas personas dan a sus problemas no es la más adecuada. A veces, ante los problemas matrimoniales y familiares, la respuesta de muchos produce dolor y quebranto. Ante las deudas, algunos son impacientes y optan por salidas rápidas que producen problemas a largo plazo. Incluso, ante la desesperación o la frustración, muchos eligen caminos y sendas que los llevan a una tristeza mayor.
Si fallamos en resolver nuestros problemas y tomamos malas decisiones, nuestra vida se romperá como la cerámica que cae al piso y se quiebra en mil pedazos. Por eso, necesitamos la sabiduría para vivir. Necesitamos responder asertivamente a los problemas que van apareciendo en nuestro camino para que podamos tener éxito. Eso es la sabiduría, poder dar la mejor respuesta.
Proverbios 4:5-7 dice: “(5) Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; (6) no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará. (7) Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. (8)
Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado”.
Como podemos ver, la sabiduría es tributaría. ¿A qué me refiero? Aquel que se aferra a buscar la sabiduría y llevar una vida sabia, será recompensado por Dios y su vida se llenará de honra.
En síntesis, la sabiduría es vivir delante de Dios, con temor y reverencia, siendo justos y diligentes. También, la sabiduría es tener dominio propio. Es saber dominarnos a nosotros mismos. Y por último, la sabiduría es dar una respuesta asertiva a los problemas que se nos presentan, hasta alcanzar el éxito.
Entonces, ¿cómo podemos llegar a ser sabios? ¿Cómo puede una persona adquirir sabiduría? El Salmo 119:105 dice así: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Cuando caminamos en una noche oscura, si tenemos una lampara junto a nosotros, podemos avanzar con seguridad. Así también, cuando andamos por este mundo, el cual es como un desierto sombrío, las dificultades no dejan de aparecer en nuestro camino a cada paso.
Sin embargo, cuando leemos la Palabra de Dios con sinceridad y meditamos en ella, la sabiduría celestial llegará a nuestra mente, y nos ayudará a proceder y resolver cada problema que enfrentamos.
Además, en su Palabra, Dios nos invita a pedirle sabiduría. El apóstol Santiago dijo: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). La expresión “Si alguno” de este versículo, parece indicar que hay quienes no necesitan sabiduría. Sin embargo, Santiago no usa esta expresión para decir que hay algunos que pueden prescindir de la sabiduría. En realidad, él está obviando la situación.
Todos necesitamos sabiduría. No hay una sola persona en el mundo que no requiera de ella. Cuando se la pedimos a Dios con humildad y fervor, Él nos hace comprender cosas que antes estaban ocultas ante nuestros ojos. Llegamos a ver la vida de una manera diferente y, como consecuencia, nuestras decisiones cambian. Entonces, nuestra vida por completo también cambia.
La Palabra de Dios tiene poder para hacernos sabios. A partir de ahora, busquemos con deseo la sabiduría y anhelemos más de ella diariamente. Como dice Proverbios, engrandezcámosla y ella nos engrandecerá.
Haga esta oración conmigo. Señor, Tú eres el Dios de sabiduría. Y tú la das abundantemente a aquellos que te la piden y que la buscan con todo deseo. Hoy te pedimos que nos hagas sabios por medio de tu Palabra. Ayúdanos a vivir con temor delante de ti. Que llevemos una vida justa y diligente delante de tus ojos, hasta el final de nuestra vida. Además, te pedimos, danos dominio propio. Y ayúdanos a resolver los problemas que aparecen en nuestro camino. En el nombre de Jesús. Amén y amén.
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