"Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles." (Éxodo 13:21)
Quisiera comenzar con una frase que se refiere a la vida Cristiana. Es la siguiente: “El conocimiento llevará a la confianza, y la confianza llevará a la paz”.
Por eso, el tema central de esta semana es: conozcamos a Dios, de quien debemos depender y, en consecuencia, nuestra confianza en Él crecerá.
Que esa sea nuestra oración el día de hoy: “Señor, ayúdanos a confiar más en ti. Danos la bendición de conocerte a ti”. Si ustedes hacen esta oración, Dios va a comenzar a mostrarse a sus vidas y ustedes van a empezar a sentir más y más confianza en Él.
Serán enviadas a sus vidas situaciones y circunstancias que demandarán confianza. Pero Dios les suplirá todo para esa necesidad.
Por que cuando le pedimos a Dios confianza, Él no hace caer sobre nosotros la confianza, ni cuando le pedimos paciencia Él nos hace llover la paciencia. Más bien, Él envía situaciones que nos van a desafiar para que desarrollemos estas virtudes y crezcamos.
Entonces, preparemos nuestra mente y corazón para seguir conociendo más sobre nuestro buen Dios.
Acompáñenme a Éxodo 13:21-22 en donde está escrito lo siguiente: “21 Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. 22 Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego”.
Lo que deseo que pensemos y reflexionemos el día de hoy, a través de este pasaje, es sobre lo que Dios hizo con Su pueblo, Israel, una vez que los saco de la tierra de Egipto. Como ustedes saben, la tierra de Egipto es la tierra de la esclavitud, del pecado y la maldición.
Dios tuvo que sacara Israel de esa esclavitud. Pero al hacerlo, Dios no los dejó vagar solos en el desierto. Sino que, cuando Dios sacó a los israelitas de aquel lugar, lo primero que hizo fue poner una columna de nube durante el día y una columna de fuego durante la noche.
El primer paso que Dios da al liberar a Su pueblo, es dirigirlos. Dios los protege, los rodea y no permite que nada ni nadie les dañe.
Así mismo en la actualidad, aquellos que hemos sido librados del Egipto de este mundo por medio de la sangre de Cristo, quien es el Cordero de Dios, estamos también en un peregrinaje en el desierto de esta vida.
Las cosas de este mundo ya no son nuestra pasión. La verdad es que este mundo ya no es nuestro hogar. Solamente somos pasajeros, peregrinos y extranjeros que vamos de camino al cielo.
Las riquezas, la fama, el poder, la posición, son cosas que ya no tienen valor para nosotros. Ahora nuestra mirada, nuestro tesoro y nuestra pasión está en los cielos.
Hubo una vez un cazador de tesoros que buscaba decididamente un tesoro en las montañas de los Andes. Después de buscar por meses, encontró una pequeña cueva en la que se descansaba el tesoro que tanto anhelaba.
Al entrar en aquella cueva pequeña y contemplar el oro, comenzó a gritar y a celebrar: “¡Soy rico! ¡Soy rico!” Corrió en dirección a aquellas riquezas y se echó sobre ellas, las abrazó, nadó en medio de diamantes y perlas, gritando que se había vuelto rico.
Sin embargo, el eco de sus gritos ocasionó que la entrada a la cueva se derrumbara, dejándolo atrapado adentro sin poder salir. Con más desesperación, trató de encontrar una salida. No obstante, todo esfuerzo fue inútil.
Al cabo de un tiempo, desafortunado y triste, se sentó junto al oro y las piedras preciosas, puso su cabeza entre sus rodillas y se echó a llorar. Todas aquellas riquezas ahora no le servían de nada. Sí, era rico, pero murió solo.
Así también sucede en la vida. Cuando la gente sigue las riquezas, el poder, la fama, el estatus, tales cosas no les pueden salvar. Muchos pueden decir: “Soy rico, soy poderoso” pero esas cosas son incapaces de salvarles.
Por esta razón debemos poner toda nuestra confianza en el Dios de la Biblia y debemos depender de Él, porque solamente Dios puede salvarnos, ayudarnos y darnos esperanza en los momentos más difíciles de nuestras vidas.
En la vida cristiana cuando somos librados de Egipto, al recibir a Cristo como Señor y suficiente Salvador, Dios no nos deja solos ni abandonados. No. Dios pone una columna de fuego y una columna de nube junto a nosotros para dirigirnos.
Y aquella columna es nada más que el Espíritu Santo. El Dios de la Biblia es un Dios que nos cuida y nos protege de todo mal por medio de Su Espíritu.
Existe una idea equivocada que debemos erradicar de nuestras vidas. Esta es una idea que se ha filtrado a lo largo de los años a través de la religión, los medios de comunicación, las ideologías y sugiere que, de alguna manera, no podemos estar seguros de quien es Dios, ni podemos estar seguros de cómo nos tratará. Esta idea sugiere que de alguna manera, no podemos confiar en Dios.
Debemos combatir hasta erradicar esta idea equivocada. Debemos echarla fuera al leer la Biblia y orar. Tales pensamientos no son ciertos. La razón por la que muchas personas no se entregan a Dios completamente ni le confían us vidas es porque, en lo profundo de su corazón, abrigan este engaño.
Pero, ¿sabe quién es Dios y lo que Él ha hecho? Dios nos libra del Egipto de esta vida por medio de la sangre de Jesús, nos da una vida nueva. Pero enseguida, nos da una columna de nube y una columna de fuego como a Israel para protegernos.
Esta nube nos es dada para dirigirnos y protegernos de los rayos del sol y del calor. En la vida hay muchos “cambios de temperatura”. Las circunstancias cambian continuamente. A veces tenemos problemas. No obstante el Espíritu Santo nos guarda de la aflicción y la ansiedad, dándonos siempre la victoria si oramos y nos rendimos ante el Señor.
El fuego nos es dado para guiarnos durante las noches más oscuras de la vida. Así mismo, el Espíritu Santo nos protege de la tentación del diablo y las trampas que él ha puesto en nuestro camino.
El día de hoy, si usted ha creído en Jesucristo como su único Señor y suficiente Salvador, también tiene el Espíritu de Dios. Esto significa que usted no está solo sino que puede contar con la protección y la guía de Dios. Es mi oración que usted pueda experimentar el poder de Dios en su vida diaria a través de una fuerte comunión con el Espíritu Santo.
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