La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Juan 1:5).
En 1738, John Wesley, un predicador de Gran Bretaña, al ver la condición de su gente que vivían en una tremenda decadencia social, moral y económica fue movido por el Espíritu Santo a predicar en las calles. Hombres ebrios, destrozados, indigentes, ladrones y prostitutas se reunían al rededor de él,para escuchar sus mensajes.
Sus predicaciones tenían un punto medular. Eran predicaciones electrizantes y cargadas del poder de Dios en las cuales él siempre terminaba haciendo un llamado a todos los que les escuchan. Sus sermones terminaban con estas palabras: "hombres, venid a la luz. Huid de las tinieblas y del horror destructivo del maligno. Huid de la perdición. Hombres, venid a la luz gloriosa de Jesucristo. Venid al descanso eterno".
Hoy en día, en el siglo 21, estas palabras imperecederas son las que deben resonar en nuestros corazones: "venid a la luz gloriosa de Jesucristo".
En esta era presente, las tinieblas han ganado gran ventaja sobre el mundo. Al mirar al rededor podemos percatarnos de esto. Sin embargo, todavía podemos revertir tal situación. A los hijos de Dios no debe angustiarnos que las tinieblas ganen ventaja porque nosotros tenemos la Luz verdadera que puede transformar el destino.
El mundo espiritual está claramente dividido entre el mundo brillante y el mundo oscuro. Las personas también están divididas en en dos grupos: aquellos que pertenecen a la luz y los que pertenecen a las tinieblas.
Podemos distinguir a las personas que pertenecen a la oscuridad en primer lugar, porque no conocen su identidad. Es decir, no saben de dónde vienen ni a dónde van. En segundo lugar, porque no pueden mirar hacia el futuro, ni tienen esperanza. Y por ultimo porque están intranquilos.
¿Cómo pueden las personas que están en oscuridad pasar al mundo de la luz? De hecho ¿dónde está la luz que puede iluminar la oscuridad?
Juan 1:9 habla claramente acerca de la luz verdadera: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. La humanidad ha estado en oscuridad desde que Adán y Eva rechazaron la luz. Ha estado viviendo en medio de las tinieblas de la desesperación, tinieblas de depresión, confusión, dolor, son tinieblas de amargura y falta de propósito. Son las tinieblas del pecado.
Jesús, quien vino hace dos mil años y murió en la cruz para quitar el pecado, la maldición y la desesperanza, quitó la oscuridad y nos dio una brillante luz celestial llamada esperanza. En consecuencia, cuando venimos al Señor, el origen de la vida y vencedor de la muerte, entramos en el mundo de la luz.
¿Cómo podemos saber si estamos en el mundo de la luz? En realidad es muy sencillo. Primero, las personas que viven en al luz están seguras de su identidad. Segundo, tienen esperanza y con ojos de fe miran hacia el futuro, además de que tienen un claro propósito en la vida. Y por ultimo, tienen confianza y paz en sus corazones, en lugar de intranquilidad y temor a un futuro desconocido.
Hebreos 13:5, declara: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré». Por esta razón, si estamos en la luz, seremos bendecidos y llenos de confianza y de paz.
Existe una verdad espiritual inamovible: “La Luz vence a las tinieblas”. Por eso, si estamos en Jesucristo tenemos victoria sobre la oscuridad y la maldad. Podemos vencer y llevar una vida bendecida a partir de hoy, si estamos en la luz. Yo les invito el día de hoy: “Venid, hombres, venid a La Luz gloriosa de Jesucristo. Venid al descanso eterno”.
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