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Foto del escritorMarlon Corona

La herencia celestial

Actualizado: 22 jul 2019

Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros" (1 Pedro 1:4).

Los cristianos poseen una herencia en el reino celestial. Herencia significa propiedad. El padre celestial ha colocado en manos de su pueblo una propiedad eterna y celestial. A través de la resurrección de Jesucristo, los que creemos en Él podemos recibir una herencia del reino celestial. Una herencia que nunca perece, no se arruina ni se desvanece. Note usted las palabras del apóstol Pedro: “…” (1Pedro 1:3-4). Por eso, todos aquellos que creemos en Cristo hemos recibido la herencia del reino de Dios. Entonces, ¿en qué consiste esta herencia que nos ha dado Dios? Hay dos aspectos de esta herencia y propiedad celestial que los hijos de Dios pueden disfrutar.

En primer lugar, la herencia celestial puede disfrutarse en la tierra. En 3 de Juan versículo 2, dice lo siguiente: “…”. Esta es la Triple bendición que Dios comparte con sus hijos mientras ellos viven. Cuando obedecemos a Dios y nos sometemos a su soberanía, Él hace que todos nuestros asuntos prosperen y que gocemos de buena salud.

George Müller, un predicador de Bristol del siglo XIX, fue un hombre que recibió 50 mil respuestas a la oración. Se le conoce como el ministro de la oración. Él solía decir: “He conocido a Jesucristo como el único Salvador de mi alma. Pero también le he conocido como El Salvador de cada uno de mis días”.

Con esto, él se refería a la ayuda y provisión de Dios continua que recibía. Nosotros, como hijos de Dios, debemos estar totalmente persuadidos de que los beneficios del reino de Dios estarán presentes en nuestra vida, cada día. Esto es algo que no debemos olvidar.

Se dice que todas las mañanas, George Müller despertaba muy de madrugada y se dirigía al templo para orar antes de comenzar sus actividades. Se arrodillaba y, con sus manos juntas, inclinaba su rostro y oraba fervientemente. Muchas personas testificaron que después de esto, los milagros sucedían uno tras otro durante el día.

En una ocasión, se habían agotado todas las provisiones, la bolsa del dinero estaba vacía, y no tenían nada para darle de comer a los 300 niños de la casa hogar que él dirigía. Sin embargo, él se dirigió al templo a orar esa mañana, y al salir, tenía una sonrisa en su rostro: “Dios nos alimentará” le decía a sus colaboradores.

Esa misma mañana, milagrosamente apareció un caballo entre el bosque tirando tras de sí una carreta. Venía sin jinete ni nadie que lo dirigiera. Esa carreta estaba llena de alimentos, fruta, víveres y demás cosas. Ese día todos se saciaron y sobró para los días siguientes.

Aun el día de hoy, Dios desea manifestar grandes milagros que sacien nuestra vida. El Señor, Creador de los cielos y de la tierra, no se contenta con el hambre o la escasez en sus hijos. Esta escrito en el Salmo 145:15-16 lo siguiente: “…” (Salmo 145:15-16). Por loa gracia de Dios tenemos una herencia de bendición y favor, el día de hoy.

En segundo lugar, cada creyente participará de la herencia celestial en el futuro. Nuestra tierra está llegando a su fin. La deforestación y el descuido de los recursos naturales han provocado que nuestro mundo se deteriore con rapidez. Sin embargo, Dios ha preparado un cielo nuevo y una tierra nueva para sus hijos.

En Apocalipsis 21:1-4, se habla de un cielo nuevo y de una tierra nueva, y también de la nueva Jerusalén: “…”. ¡Qué maravillosa escena es esta! Por lo tanto, nosotros los hijos de Dios, no debemos vivir para propósitos egoístas y mezquinos que se aferran a este mundo temporal. Debemos mirar al cielo con esperanza y pensar: “un día no muy lejano, iré a mi patria celestial”.

Para poder ir a ese lugar eterno y glorioso, debemos tener un encuentro con Jesucristo en esta tierra. Solamente Él puede conceder el acceso a la eternidad. La Biblia dice: “…” (Juan 3:16). Y además, añade: “…” (Juan 3:36). De modo que si usted quiere la herencia celestial y quiere ver sus efectos el día de hoy, tenga un encuentro con el Señor Jesús. Recíbale como Señor y suficiente Salvador. Solo de este modo, todas estas bendiciones vendrán sobre usted.

Haga esta oración conmigo. Gracias Padre celestial por la herencia que me has dado en Jesucristo, una herencia que hace sentir sus efectos en esta tierra. Por tu gracia, prosperamos en todo, tenemos una buena salud, así como prospera nuestra alma.

Tú nos estás esperando más allá de esta vida. Tu reino vendrá y entraremos en Él. Gracias Padre eterno por tan amplias e ilimitadas bendiciones. En el nombre de Jesús. Amén y amén.

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