Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai (Génesis 16:2).
La caída más terrible en la vida es aquella de la cual no nos levantamos. El pastor Andrew Murray solía decir: Reconocer la caída es de humildes. Levantarse es de valientes. Incluso la Biblia habla sobre las caídas y los tropiezos de los Justos.
Si bien, Dios nos desea que tropecemos, tropezar es inevitable en la vida, levantarse es lo que marca la diferencia. Caer confronta nuestras convicciones y nos quebranta. El levantarse es una virtud de los hijos de Dios. ¿Cómo podemos levantarnos si hemos caído?
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