Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años (Génesis 1:14).
Cualquier cambio que Dios realiza en la vida del hombre comienza en el corazón, en la mente y en las convicciones. Es decir, si no cambia la mentalidad y el corazón, la vida tampoco cambiará. Puede que cambien las circunstancias y el entorno, pero lo único que cambia verdaderamente al hombre es el cambio interior, realizado por Dios.
La cuarta etapa de la transformación que Dios lleva a cabo es la mencionada en Génesis 1:14: "Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años". Sin embargo, ¿qué significa esto?
La cuarta etapa de la creación de Dios obrando en nosotros es la de las lumbreras. Su significado es el de la obra del Espíritu Santo. Es decir, al creer en Cristo, cada creyente recibe de parte de Dios su Espíritu para guiarlo y consolarlo en esta tierra.
Primero, el Espíritu Santo viene a nuestra vida como una gran lumbrera para enseñarnos el camino a Cristo. Es Él quien nos enseña al Salvador y nos guía a reconocer en nuestra vida.
También, el Espíritu Santo nos da sabiduría y entendimiento al leer la Biblia y llegar a conocer más los misterios de Dios.
Además, el Espíritu Santo es nuestro Consolador. Él es quien nos ayuda en las pruebas, nos motiva, nos da un nuevo aliento y dirige nuestros pasos con amor y misericordia.
Como creyentes, debemos reconocer la obra del Espíritu Santo. Diariamente, debemos recibir su autoridad y guía para que podamos tener éxito y seamos prosperados en todo y tengamos buena salud.
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