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Futuro y Esperanza

Actualizado: 2 sept 2019

"Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis." (Jeremías 29:11)


Un domingo por la mañana, un pastor preguntó a los miembros de su iglesia lo siguiente: “Cuando piensan en el futuro, ¿qué es lo primero que viene a su mente? ¿Qué es lo que se imaginan?” Después de unos segundos, reiteró su pregunta: “¿Qué sienten cuando piensan en el porvenir?”


Algunas personas respondieron que sentían preocupación y ansiedad; otros dijeron que la sensación predominante en ellos era el temor y la desesperación; otros más dijeron que no alcanzaban a vislumbrar su futuro. Sin embargo, un grupo muy reducido respondió: Esperanza.

Mientras más indagaba, el pastor logró reconocer algo asombroso. Las personas que no eran disciplinadas en su vida de oración, que no tomaban tiempo para meditar en la Palabra de Dios y que se ausentaban con frecuencia de las reuniones de la iglesia, tendían a estar más preocupadas y ansiosas, en comparación con aquellos que eran más fervientes en su vida cristiana.


El pastor se percató de que la mayoría de las personas en su congregación enfrentaban problemas muy similares, casi indistintos, como los desacuerdos matrimoniales, las disputas familiares, temporadas de escasez económica, enfermedades e incluso la depresión.

Sin embargo, había un grupo de personas que parecían no ser conmovidas tan profundamente por este tipo de situaciones sino que se mantenían esperanzadas y confiadas, así como tranquilas en su corazón. Este último tipo de personas, mostraban una seguridad tan firme debido a que diariamente se esforzaban por tener un encuentro con Dios mediante la oración y la reflexión de Su Palabra.


Como resultado, llegaban a depender más de Dios para los asuntos más complejos como para los asuntos más simples. Además, parecían contemplar a Dios en medio de todo lo que vivían. Y algo que llamó sumamente la atención del pastor es que todos ellos decían confiar en el Dios bueno. Ese era el punto medular de todo el asunto.


El día de hoy, yo también quiero hacerles la misma pregunta que este pastor hizo a su congregación. Cuando miran hacia adelante, a su propio futuro, ¿qué es lo que ven? ¿Qué es lo primero que piensan cuando escuchan la palabra “porvenir”? ¿Cómo es el futuro de ustedes?

La clave que descifra nuestro futuro y nuestro porvenir es la convicción en el Dios bueno. Es decir, el secreto para encarar el mañana consiste en creer que el Dios bueno está con nosotros el día de hoy, aquí y ahora, para intervenir en nuestras vidas y asegurar nuestro destino. Quien carece de esta seguridad es como una liebre que está acorralada por el depredador, en relación a su propio futuro. El mañana es el depredador, la persona es la liebre que no tiene a dónde ir.

Ahora que estamos entrando en el Nuevo Comienzo que Dios nos concede, debemos equiparnos con una nueva mentalidad y una nueva serie de pensamientos. Durante esta semana, hemos hablado sobre algunos de ellos. Hemos dicho que es importante tener la seguridad de que Dios está con nosotros y en nosotros.


También, debemos comenzar a tener un pensamiento de posibilidades en Cristo. Es decir, debemos creer que Dios resuelve nuestros problemas e interviene en nuestras vidas con su gracia. Además, hemos hablado sobre la gran importancia de tener expectativa por los milagros y porque nos sucedan cosas buenas.


El día de ayer, hablamos sobre el asombroso regalo que Dios nos da de tener una nueva autoimagen de amados por Dios, de triunfadores y vencedores, de personas bendecidas, y que así es como debemos mirarnos todos los días. Esa es la mentalidad que debemos adquirir a partir de la Biblia.


No obstante, hay un pensamiento más que debemos cultivar. Este es un pensamiento de esperanza y fe en relación a nuestro futuro y a nuestro porvenir. La Biblia dice en Jeremías 29:11 lo siguiente: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.“ Esto significa que Dios tiene nuestro destino en sus manos y por lo tanto no debemos temer. Él dice claramente: “Mis planes son buenos, son planes de paz, planes de esperanza”.


La Biblia, que es la Palabra de Dios, nos revela algunos principios del éxito en relación al futuro. En primer lugar, debemos aprender a ceder el control de nuestra vida a Dios, en Cristo. El Salmo 37:5 dice así: “Encomienda a Jehová tu camino,

Y confía en él; y él hará.” Encomendar significa entregar confiadamente. Es decir, debemos ceder nuestra vida al Señor para que Él nos dirija de acuerdo con su voluntad.

Encomendamos nuestra vida al Señor cuando, antes de tomar una decisión, primero le buscamos en oración, preguntando: “Señor, ¿cuál es tu voluntad en esta situación? ¿Qué quieres Tú, que yo haga?” Entonces, Él obra y Él dirige.


Un pastor misionero, al ver el crecimiento de nuestra iglesia, me preguntó: “Pastor Marlon, ¿cuál es el secreto del crecimiento de su iglesia?” En realidad, no es ningún secreto. Es algo muy sencillo. Yo le respondí a este pastor: “Yo solo oro, escucho y obedezco. Esa es mi clave del éxito”. Antes de actuar, primero debemos esperar a que Dios nos dirija. Después, los milagros suceden.

En segundo lugar, la Biblia nos indica que debemos buscar el reino de Dios y su justicia, como la mayor prioridad de nuestras vidas. Como una consecuencia natural, Dios añadirá todas las demás cosas. Mateo 6:33 dice: “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” El futuro es incierto para todos, sin embargo no es ciego para los hijos de Dios. Si bien, no sabemos con exactitud lo que sucederá, sabemos exactamente lo que Dios hará.


¿Qué hará Dios, entonces? En su Palabra, Él dice: “No te desampararé, ni te dejaré”. Eso es lo que Dios hará por nosotros. Pero antes, debemos servirle de todo corazón y buscar que su reino avance y prospere. Debemos predicar y ser testigos eficaces de Cristo que llevan a otros al camino de Dios.


En Tercer lugar, un principio de éxito en relación al futuro es sembrar semillas adecuadas el día de hoy. El apóstol Pablo habló sobre el principio de la siembra y la cosecha cuando dijo: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gálatas 6:7). Cuando un agricultor ha sembrado la semilla en el verano, no tiene nada de qué preocuparse en el otoño, cuando viene el tiempo de la cosecha. Debido a que sabe qué fue lo que sembró, sabe también lo que segará.


Así mismo es en nuestra vida. Debemos sembrar amor, paciencia, misericordia, cariño en el mundo que nos rodea. Entonces, el día de mañana cosecharemos abundantemente.

Comparto con ustedes estos tres principios del éxito en cuanto al futuro y al porvenir. Primero, encomienden todo a Dios. Aprendamos a movernos en la esfera de nuestras vidas después de escuchar la voz de Dios. Segundo, sirvamos al Rey y a su reino de justicia. Seamos testigos del evangelio de Cristo y llevemos a otros a sus pies. Tercero, sembremos la semilla correcta. Entonces, mañana no estaremos temerosos.


Haga esta oración conmigo.


Amado Señor, no tenemos por qué preocuparnos en cuanto al futuro pues Tú diriges nuestras vidas y tienes en tus manos nuestro destino. Estamos seguros, confiados y resguardados en ti. Ayúdanos a encomendar toda situación en tus manos. Que seamos un pueblo que busca primero tu reino y tu justicia.

Además, ayúdanos a sembrar la semilla del amor, de la paciencia y la misericordia a dondequiera que vayamos. En el nombre de Jesús. Amén y amén.


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