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Foto del escritorMarlon Corona

Fe en las promesas de Dios

Actualizado: 15 feb 2019

Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová, porque me ha hecho bien (Salmo 13:5-6).


Las promesas de Dios tienen un poderoso efecto en aquellos que las creen y las practican. El día de hoy, al haber creído en Cristo, podemos decir con toda certeza que no hay una sola parte de nuestra vida que haya quedado sin la ayuda o el cuidado de Dios. Todas las esferas de nuestra vida han sido alcanzadas con el favor de Dios. Y podemos esperar el cumplimiento de sus favores para nosotros.


Sin embargo, para que las promesas de Dios tengan su cumplimiento en nuestra vida, primero tenemos que ser obedientes y diligentes delante de Él. Solo de este modo, las promesas se cumplirán en nosotros. Entonces, ¿cómo podemos llevar una vida en al que las promesas de Dios se cumplen?


La Biblia declara: "Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios" (Deuteronomio 28:2). Por eso, para experimentar el favor de Dios en nosotros, primero le tenemos que amar y obedecer en todo.


En Dios tenemos promesas en cuanto a la provisión: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19). Y también en cuanto a su ayuda: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10).


Dios nos ha dado promesas en cuanto al rumbo y dirección de nuestra vida: "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos" (Salmo 32:8) y en cuanto a su preservación: "He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho" (Génesis 28:15).


A partir del día de hoy, llevemos una vida de obediencia a Dios. Arrepintámonos de todo pecado y rebeldía y confesemos nuestras faltas a Dios. Después, propongamos vivir en obediencia al Señor. Entonces, las promesas de Dios se cumplirán en nuestra vida como consecuencia.



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