A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer (Juan 1:18).
Dios es un Dios invisible al que nadie ha podido ver nunca. Como ya he explicado anteriormente, Dios le dio al hombre la fe para contemplar las cosas invisibles. Una persona puede reconocer que hay un Creador mirando a las cosas de este mundo. Sin embargo, Dios se ha revelado por medio de Jesucristo. De manera que aquel que camina con Cristo, camina con Dios; quien oye a Cristo, oye a Dios; y quien ve a Cristo, ve a Dios.
¡Qué gracia tan asombrosa hemos recibido! Hoy podemos estar cerca de Dios por medio del Salvador, Jesucristo. Mediante la fe, tenemos que recibir a Jesús porque solo de este modo podemos reconciliarnos con Dios.
Cuando una persona ha creído en Cristo, puede ver a Dios. Y lo primero que encontramos es su gran amor para con nosotros: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8).
Esta es la seguridad que tenemos en Dios, que si en algo le necesitamos Él nos ayudará y nos proveerá. Cada persona que mira a Cristo debe también mirar el amor de Dios.
Además, podemos contemplar el gran poder de Dios mirando a Jesucristo. Después de la caída de Adán y Eva, alguien tenía que pagar en lugar del hombre. Por eso, Cristo murió en la cruz.
Sin embargo, Él resucitó al tercer día y desde entonces, aquellos que le reciben como Señor, resucitan de una vida de pecado, para empezar a llevar una vida delante de Dios. El poder de resurrección actúa en todos los que creen en Él.
Usted puede ver a Dios el día de hoy si tan solo mira a Jesucristo. Él es El Salvador y Redentor de nuestras almas. Y solamente en Él se encuentra la máxima expresión del amor y el poder de Dios.
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