Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos (2 Corintios 13:5).
El día de hoy quisiera comenzar con una frase dicha por el teólogo y escritor C. S. Lewis: “El cristianismo, si es falso, no es importante. Pero si es verdad es infinitamente. Y no hay nada más urgente que el mensaje del evangelio”.
¿Qué quiero decir con esto? Que el mensaje del evangelio, debido a su veracidad y a todas sus implicaciones, es lo más importante, más urgente, más apremiante y más demandante sobre la tierra. El apóstol Pablo escribió en 2 Corintios 13:5:
Cada uno de nosotros no puede ser descuidado, ligero ni negligente en lo relacionado a su propia salvación. Cada uno, con cuidado, debe examinarse a la luz de la Palabra de Dios para confirmar que su fe es verdadera, genuina y que está en la fe.
La religión tradicional enseña explícitamente que es imposible saber si una persona es salva o no. Es decir, ellos enseñan que una persona nunca podrá saber si verdaderamente es hijo de Dios y por consiguiente es libre del castigo eterno. Sin embargo, la sola advertencia de Pablo “Examinaos a vosotros mismo si estáis en la fe” presupone que al final del examen yo puedo concluir si estoy o no estoy.
Estoy convencido de que aquellos que se toman en serio su vida cristiana y que ponen sumo cuidado en su relación con Dios son conscientes de la importancia de examinarse a sí mismos. Es de eso que quiero hablar con ustedes esta semana. Quiero que hablemos sobre la seguridad de nuestra salvación.
En términos clínicos, haremos una radiografía, un electrocardiograma espiritual. Y al final de este análisis podremos concluir si verdaderamente somos salvos o no.
Entonces, ¿cómo puedo saber si estoy en la fe? Gracias a Dios, en su Palabra, hay una carta que aborda este tema por completo. Esta carta fue escrita precisamente con el propósito de descubrir si somos salvos o no. Se trata de la primera pistola de Juan. En ella está escrito lo siguiente: “…” (1 Juan 5:13).
Juan dijo que las cosas escritas en su primera carta sirven para “saber, conocer, descubrir” si tenemos vida eterna o no. Quiero hacerle una invitación. Durante esta semana, seamos reflexivos. No seamos rápidos en responder. No seamos ligeros. Pensemos profundamente en nuestra salvación. Estamos hablando de nuestro destino eterno. Estamos hablando de ir al cielo o al infierno. Esto es lo más importante en todo el universo.
Recientemente, se llevó a cabo un encuentro académico entre una universidad de los Estados Unidos y una universidad de Corea Del Sur. En este evento ocurrió algo muy interesante. Después de que se les hicieron ciertas pruebas, tanto de conocimientos como emocionales, los estudiantes de EU, en una entrevista dijeron que se sentían muy confiados y seguros, y que muy probablemente superarían a los coreanos.
Por otro lado, los estudiantes de CDS dijeron, en la misma entrevista, que no estaban muy seguros de haber respondido bien a todas las preguntas. Aseguraron que, muy probablemente, los americanos los superarían cuando los resultados fueran revelados.
Al final, los resultados revelaron algo asombroso. Los coreanos superaron con una notable diferencia a sus contrincantes. Aquellos que pensaron estar seguros del resultado, fueron descalificados. Sin embargo, quienes estaban inseguros, al final fueron los campeones.
Este suceso nos muestra que no siempre los que están “seguros” son los que aprueban. Y esto mismo puede aplicarse a la vida de fe. En nuestros días tenemos la urgente necesidad de analizar nuestra fe. No sea que estando seguros, al final nos llevemos una gran sorpresa.
Un día no muy lejano, el Señor Jesús regresará. Cuando Él venga por segunda vez, habrá tres tipos de reacciones por parte de la gente. La primera reacción es que, cuando Él regrese en las nubes, aquellos que le rechazaron en vida y se opusieron a Él, serán echados en las tinieblas con el mismo rencor y rechazo hacia Él.
Pensamos que cuando el Señor regrese y las personas lo vean, se arrepentirán. Sin embargo, eso no sucederá. Ellos irán al lugar de castigo indignados y enojados con Dios.
La segunda reacción será de gozo y alegría. En aquel día, escucharemos gritos de alegría y de júbilo cuando Él diga a sus escogidos: “Entra en el gozo de tu Señor” pues no habrá nada que los podrá separar de su amor inagotable.
Sin embargo, habrá una tercera reacción. En Mateo 7:21-23 dice lo siguiente: “…”. Estas personas se llevarán una increíble sorpresa: “Creyeron que estaban en la fe, pero no era así”. Por lo tanto, examínense y pruébense a sí mismos para ver si están en la fe.
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Dios, en tus manos pongo mi vida, te pido Padre Celestial guíes mi diario vivir, me des el valor de cambiar las cosas que me hacen débil y mantenerme firme y fuerte en la fe, para no fallarte y dar fruto para tu Gloria y gracia.
Tengo fe en que Jesús volverá, mientras tanto lo mantengo en mi corazón, a pesar de las batallas ganadas y perdidas sigo en la fe. ORA POR MI PARA QUE NO ME SUELTE.