"Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré." (Salmo 91:2).
La vida es un hermoso regalo de Dios. El hecho de poder respirar, pensar y sentir, es una bendición que Dios nos ha dado.
De la misma forma como damos gracias cuando recibimos un regalo o un favor, debiéramos llevar vidas de agradecimiento y bendición hacia Dios, quien es el que nos ha dado la vida. Sin embargo, lo cierto es que muchas personas no se sienten agradecidas por sus vidas.
Por su parte, hay quienes han adoptado una postura negativa ante la vida, creyendo que todas las cosas que les suceden son una desgracia. Muchos se sienten abrumados y desanimados.
Ante esta realidad, los cristianos debemos tomar la decisión de ver la vida como un regalo y una bendición. Einstein solía decir que hay dos formas de ver la vida: Creyendo que los milagros no existen o creyendo que todo es un milagro. Los hijos de Dios, debemos inclinarnos por esta última.
Si pensamos en la vida como un regalo y una bendición de Dios, nuestro corazón se llenará de gratitud y podremos contemplar a Dios con más claridad. Para ser exitosos este año y experimentar la bendición de Dios debemos tener esta actitud.
Hoy es el día en que debemos tomar la decisión de buscar al Señor con un corazón agradecido y sencillo, reconociendo nuestra necesidad de Él. Entonces, grandes milagros sucederán y la mano de Dios nos guiará.
Cuando cae la lluvia, la gente suele buscar un refugio bajo el cual pueda protegerse de ella. Así mismo, cuando vienen las tempestades y las tormentas en la vida, muchos buscan refugio bajo el dinero, el placer, la filosofía y la religión. Pero, ¿a dónde vamos nosotros los hijos de Dios? ¿Quién es nuestra esperanza?
Ciertamente, durante este año puede que vengan sobre nosotros las tempestades y las sacudidas de la vida. Cuando algo así nos suceda, debemos recordar las palabras del Salmista en el Salmo 91:1-2 que dice:
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré”. Quisiera que el día de hoy pensáramos y reflexionáramos sobre este pasaje.
El significado central de estos versículos es que nosotros debemos buscar nuestro refugio en Dios, porque Él está sobre todas las cosas. No hay enfermedad, problema o adversidad que esté por encima de Dios.
La palabra “habitar” habla de un lugar permanente. Muchas personas buscan a Dios por algún tiempo y luego se apartan. Entonces viene sobre ellos la soledad y la depresión.
Hay quienes acuden a Dios solamente cuando tienen un problema o una dificultad. Sin embargo, cuando comienzan a salir adelante, se olvidan de Él y le dan la espalda.
Nosotros, si queremos tener éxito en este 2020 que recién comienza, tenemos que hacer nuestra casa junto al Señor. Debemos optar por vivir junto a Él. Entonces, la sombra del Todopoderoso nos protegerá.
No debemos ser solamente visitantes de Dios o pasajeros por la casa de Dios. Más bien tenemos que ser moradores de la casa de Dios.
El Salmista decía: “1 Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! 2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Salmo 84:1-2).
Y añadió en el versículo 10: “Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad”. Esta es una actitud que desea habitar donde Dios está y anhela vivir junto al Él.
Cuando tenemos esta clase de deseos y anhelos, y buscamos al Señor con humildad, nos encontraremos habitando también bajo la sombra del Todopoderoso.
La palabra “Omnipotente” significa, en el idioma original “El que todo lo puede, el Todo-suficiente”. Como hijos de Dios, que hemos venido a estar bajo el abrigo de Dios al creer en Jesucristo, nuestra mente debe estar enfocada en el Dios Todopoderoso, que hace milagros y salva a su pueblo.
Nuestra fe no debe marchitarse, pensando que los milagros de Dios y Su poder son cosa del pasado. Debemos creer que los milagros suceden hoy, en nuestras vidas, y que Dios obra en medio de nosotros.
Son muchos lo que piensan que Dios ya no obra en medio de Su pueblo. Sin embargo, Dios gobierna la historia, sostiene el universo y muestra Su favor y Su poder a los suyos aún el día de hoy.
Por esta razón, el Salmista declaraba: “Yo estoy morando, viviendo, bajo la sombra del Dios que todo lo puede hacer y que llena mi vida de bendición”.
El versículo 2 del Salmo 91 declara lo siguiente: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré”. ¿Qué significa esto?
Debemos confesar con nuestra boca que Él es nuestra esperanza. Es decir, en Él está puesta nuestra fe y confianza. Cuando estamos en medio de los problemas y las dificultades del día a día, no debemos permanecer en un rincón, callados y trémulos como si estuviéramos solos.
Debemos abrir nuestros labios y confesar: “El Señor es mi esperanza. En Él está puesta mi total confianza”. Por lo tanto, no se quede callado. Hable de la fe, de la esperanza que tiene en Dios. Cante de ella y compártalo con los demás.
De la misma manera, debemos poner toda nuestra seguridad en Dios, pues Él es nuestro castillo. Algunas personas son inestables emocionalmente, se tambalean y caen, pero los que caminan con Dios tienden a ser estables mental y emocionalmente hablando.
Si Dios es nuestro castillo ¿quién podrá derribarnos? Ese es el significado de decir que Jehová es nuestro castillo y torre fuerte.
Finalmente, nosotros tenemos que adorar a Dios y servirlo con todo el corazón. Esto es lo que transforma nuestra vida. El salmista dijo: “Mi Dios, en quién confiaré”.
Así es. Nuestra confianza no puede estar dividida. No podemos tener nuestra fe repartida entre Dios y el dinero, o entre Dios y nuestros propios métodos. Debemos ser solamente del Señor.
Si usted quiere ver grandes milagros ocurrir en su vida y que una gran transformación de bendición se lleve a cabo a partir de hoy en usted, tiene que hacer su habitación junto a Dios y poner su esperanza en Él.
Haga de Dios la fuente de su seguridad y adórelo solo a Él. Entonces, eventualmente, su vida tendrá el brillo del cielo.
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