Es posible
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra."(Salmos 46:10)
Uno de los momentos más importantes en la vida de un creyente es cuando tiene que tomar la decisión de si va a creer que todo es imposible o va a creer que con Dios todo es posible. Desafortunadamente, solo se puede elegir entre una u otra. Y es imposible intentar vivir en un punto medio entre la fe y la realidad.
O creemos en el Dios de milagros, que obra poderosamente hoy, u optamos por una vida sin milagros y atada a la realidad. Cada creyente debe llegar a tomar una decisión. Tratar de vivir la vida cristiana sin la determinación de que Dios nos ayuda el día de hoy y resuelve nuestro problema, solo nos llevará a vivir una vida insípida, sin el sabor de los milagros.
Dependiendo de cuál sea nuestra decisión, si creemos que todo es imposible o si creemos que con Dios es posible, tal decisión nos llevará a escribir un futuro muy particular.
Hoy en día, son muchos los que han tomado la tinta de la imposibilidad y se encuentran dibujando obstáculos y problemas en el lienzo de sus vidas. Sin embargo, hay quienes han tomado el pincel de la fe y están retratando una vida de milagros y esperanza. ¿A cuál grupo de personas pertenece usted?
Cuando tenía 25 años, cuando recién comenzaba a pastorear, fui invitado por un amigo a una reunión de pastores en la cual estarían ministros de otras iglesias mucho mayores que yo. Un día antes de ir, yo me sentía muy entusiasmado pues conocería a muchos pastores y pensé que me animarían a seguir adelante ya que yo era un pastor primerizo.
Cuando llegué al lugar de la reunión, la atmósfera era seria y ordenada. Yo tenía la expectativa de escuchar la voz de Dios a través de aquellos hermanos “mayores” que yo. Sin embargo, no ocurrió lo que yo esperaba. Mientras más hablaban, más me daba cuenta de que se habían rendido en cuanto al ministerio.
Uno decía: “Es muy difícil ser pastor”. Otro añadía: “Sí, yo estoy muy cansado”. Incluso otro decía: “Yo tengo muchos problemas”. Y cuando me tocó a mí presentarme, les dije que estaba muy entusiasmado y feliz de ser pastor, y que tenía la expectativa de que mi iglesia creciera y muchos conocieran el evangelio.
Ellos meneaban su cabeza en un sentido de desaprobación mientras me escuchaban hablar. Uno de ellos me preguntó: “Pastor Marlon, ¿cuántos miembros tiene en su iglesia?” Yo le respondí: “Tan solo treinta”. Esa era la cantidad de miembros que venían a la iglesia en ese momento.
Entonces, el pastor me dijo con una voz terminante: “No se desgaste. Las iglesias aquí en Guadalajara no crecen. Pueden crecer en América central, en Norte América, en Asia, pero aquí no. Deje esos sueños y cuide muy bien a sus treinta miembros para que no se le vayan. Mejor abandone esa idea”.
Tengo que confesarles que después de escuchar eso me decepcioné mucho. Nadie en esa reunión creía que Dios podía hacer algo grande para su gloria. Se habían acomodado a su situación y se habían conformado con la realidad.
No obstante, cuando salí de allí, fue un momento decisivo en mi vida. El más importante diría yo. Fue mi punto de inflexión. Tenía que tomar una decisión. Iba a creer que todo era imposible o iba a creer que Dios estaba conmigo y me ayudaba ahora mismo. A fin de cuentas, “la voz de la experiencia” de aquellos pastores me había dicho que no se podía. ¿Qué debía hacer?
Puedo decirles que esa tarde mi vida fue transformada por Dios. Como llevaba mi Biblia, de regreso a casa me puse a leerla mientras iba en el bus. Mis ojos se detuvieron en Marcos 9:23 que dice: “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible". Es la historia de un hombre que tiene un hijo endemoniado, pero viene a Jesús y Él le dice: “Al que cree, todo le es posible”.
Todo el camino de regreso ore y Dios me dijo a través de este pasaje: “No te conformes con la realidad. Cree que es posible alcanzar todos esos sueños que he sembrado en tu corazón. No te desanimes por lo que tus ojos ven, pues eso va a cambiar. Cree que yo estoy contigo y hago un milagro en tu vida el día de hoy”.
Ese día tome la decisión de fe. Llegué a mi punto de inflexión y el Espíritu Santo me orilló a creer la Palabra de Dios. A partir de ese momento, no me volví a permitir pensar que fuera imposible, sino que comencé a creer que Dios me daría la victoria y me ayudaría en todo. Si no hubiera tomado esa decisión, no estaría viviendo el milagro que hoy mis ojos están viendo.
Nuestra iglesia creció. Milagros sucedieron. Dios nos respondió. Y quiero decirles que los mismos milagros pueden suceder en sus vidas el día de hoy. Pueden suceder en sus familias, en sus negocios, en sus iglesias y en sus quehaceres diarios.
Puede que yo no sepa muchas cosas, pero algo sé: Dios obra en el presente, resuelve nuestros problemas y nos ayuda. Esto es así porque el cristianismo no es filosofía, no es tradición, sino vida y esperanza. Caminar con Dios es experimentar esta bendición.
Un día, cuando el pueblo de Israel salía de Egipto y llegaron a encontrarse frente al Mar Rojo, y no tenían más escapatoria pues los egipcios los perseguían, el pueblo comenzó a desesperarse y a impacientarse. Entonces, Moisés les dijo: “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos" (Éxodo 14:13-14). Ese era el momento decisivo para ellos.
El Señor le dijo a Moisés: “Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.” (v. 15-16). Israel debía marchar, Moisés debía alzar su vara para dividir las aguas. Era un momento importante. Entonces, al creer en Dios, un milagro ocurrió: “Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda." (v. 21-22).
Usted llegará a encontrarse frente al Mar de las imposibilidades y los problemas. Permítame preguntarle ¿Qué decisión tomará? ¿Va a creer la Palabra de Dios o vivirá atado a la realidad? La fe es arrojarnos al vacío sabiendo que en algún punto Dios interrumpirá la caída.
Dios dice: ”Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra."(Salmo 46:10). Dios quiere ser exaltado a través de la vida de usted. Él quiere que su vida sea un testimonio de fe para Su gloria. Pero primero, usted tiene que conocer que Él es Dios, el Dios de los milagros, de la gracia y del poder. Qué solo Él puede salvar y librar.
Mi amado, usted vea escribir una historia muy particular y todo depende de la decisión que tome en el momento de inflexión. Crea que Dios está con usted ahora mismo, que le ayuda y que resuelve el problema. El día de hoy tome la decisión que cambia la vida, crea que con Dios es posible. Entonces, comenzará a vivir en la dimensión de los milagros y la gracia de Dios. Creamos que por medio de Cristo, se puede y no volvamos atrás.
Haga esta oración conmigo.
Amado Dios, gracias porque me has llevado al Mar de aflicción. Lo has hecho con la finalidad de que yo pueda creer en ti, en tu poder y en tu gracia. Hoy te agradezco que por medio de Cristo me has llamado a vivir delante de ti.
Ayúdame a creer que estas conmigo el día de hoy y que me ayudas en cada situación. Hoy creo que con tu poder “Es Posible”, que un gran milagro sucederá. No me dejaré llevar por el presente, por la dificultad ni por la realidad, sino que tomaré la decisión de fe.
Glorifícate en mi vida y entre las naciones, mientras obras milagros en mí, en mi familia y en mi entorno. Creo, Señor. Sé que estás conmigo. En el nombre de Jesús. Amén y amén.
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