Jehová te bendiga, y te guarde (Números 6:24).
El Salmo 68:19 dice: “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación”. Las Escrituras enseñan, con todo énfasis, que el Dios de la Biblia es el Dios de bendición, que otorga beneficios abundantes. No solo el domingo, no solo en ocasiones especiales, sino cada día. Y la bendición que nuestro Dios otorga es una bendición completa, que nos colma de bien.
Dios mismo, en labios del profeta Jeremías declaró: “...” (Jeremías 32:40). El pacto de Dios para su pueblo es que Él les haría bien y no desistiría de esa voluntad. Esto no significa que no sucederán cosas adversas, problemas, dificultades o aflicciones. Significa que a pesar de todo esto, y en medio de esto, Dios trabajaría para el bien de quienes le aman.
Con esto en mente, Pablo escribió en Romanos 8:28 lo siguiente: “...”. Dios ha prometido y asegurado hacer bien a los suyos. Sí, aún en medio de las adversidades y tribulaciones de la vida.
Es importante que comprendamos que la bendición no es ausencia de problemas sino ausencia de desamparo y abandono. La persona bendecida experimentará dolores y aflicciones. Pero Dios estará con ella. Salmo 34:19 afirma: “...”.
Es fundamental que entendamos este aspecto de la bendición. Ser bendecidos no significa exentos de problemas. Significa exentos de soledad y abandono. Significa el favor de Dios en medio del dolor.
La bendición que debe ser declarada sobre nosotros cada día y que el Señor mismo, de su corazón, quiere entregarnos se encuentra en Números 6:24-26. Dice así: “...”. Hoy quiero que pensemos en la primera parte: “Jehová te bendiga y te guarde”.
George Müller, un predicador de Bristol del siglo XIX, fue un hombre que recibió 50 mil respuestas a la oración. Se le conoce como el ministro de la oración. Él solía decir: “He conocido a Jesucristo como el Salvador de mi alma. Pero también le he conocido como el Salvador de cada uno de mis días”. Con esto, él se refería a la ayuda y provisión de Dios continua que recibía.
Nosotros, como hijos de Dios, debemos estar totalmente persuadidos de que la bendición de Dios estará presente en nuestra vida, cada día. Esto es algo que no debemos olvidar.
Se dice que todas las mañanas, George Müller despertaba muy de madrugada y se dirigía al templo para orar antes de comenzar sus actividades. Se arrodillaba y, con sus manos juntas, inclinaba su rostro y oraba fervientemente. Muchas personas testificaron que después de esto, los milagros sucedían uno tras otro durante el día.
En una ocasión, se habían agotado todas las provisiones, la bolsa del dinero estaba vacía, y no tenían nada para darle de comer a los 300 niños de la casa hogar que él dirigía. Sin embargo, él se dirigió al templo a orar esa mañana, y al salir, tenía una sonrisa en su rostro: “Dios nos alimentará” les decía a sus colaboradores.
Esa misma mañana, milagrosamente apareció un caballo entre el bosque tirando tras de sí una carreta. Venía sin jinete ni nadie que lo dirigiera. Esa carreta estaba llena de alimentos, fruta, víveres y demás cosas. Ese día todos se saciaron y sobró para los días siguientes.
Como hijos de Dios, el día de hoy podemos recibir esta clase de bendiciones. Decir que la bendición de Dios está sobre nosotros es decir que Dios sale a nuestro favor. Dios pone su mano en nuestra vida y nos ayuda en cada circunstancia. Ser una persona que tiene la bendición de Dios es también decir que todo obra para nuestro bien. La persona bendecida es la que dice: “Esto será cambiado en una bendición”.
La bendición de Dios para nosotros continúa diciendo: “Y te guarde”. Esto se refiere al tierno cuidado que Dios tiene en nuestra vida en toda circunstancia.
Son muchas las personas que piensan que cuando sufren o atraviesan pruebas, Dios se ha olvidado de ellos. No solo que les ha olvidado en su persona, sino que ellos creen que Dios se ha olvidado también de lo que pueden soportar y llevar. Muchos piensan: “Esto está más allá de mis fuerzas, esto me supera ¿Dios por qué me mandas algo así?”
Dios no se ha olvidado de nosotros. Isaías dijo que Dios midió perfectamente el mundo en el que vivimos (Isaías 40:12). La misma mano que midió el mundo, y la misma mano que fundó la existencia, es la que mide nuestros problemas y nuestras aflicciones, y es la misma mano que nos da solo lo que podemos llevar. Dios nos da exacta y soberanamente lo que podemos cargar. Dios no olvida ni nos da lo que no podemos sobrellevar.
1 Corintios 10;13 dice: “...”. Dios nos guarda de caer en pecado. Nos guarda del mal. Su promesa es el cuidado eterno para nosotros. Salmo 121:7-8 dice: “...”.
Rindamos nuestra fe ante esta bendición. Creamos totalmente en la bendición de Dios y confiemos en su cuidado tierno y soberano.
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