"¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca." (Mateo 12:34)
Calvino, solía decir que la boca le fue dada al hombre para revelar lo que hay en lo profundo de su corazón.
Esto quiere decir que aquello que se encuentra en el interior de una persona, tarde o temprano se pondrá de manifiesto por medio de sus palabras.
Esta es una realidad mencionada por el Señor Jesús en Mateo 12:34 donde dice: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
Aquello que abunda en nuestro corazón, que llena nuestro mundo interior, se manifestará en nuestro mundo exterior, por medio de nuestras palabras.
El Señor Jesús, también dijo que es del corazón de donde salen los males más terribles que la humanidad haya conocido.
Mateo 15:19 dice de esta forma: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”. Es aterrador lo que puede salir del corazón de una persona.
No obstante, la Biblia nos dice que al creer en Cristo hemos nacido de nuevo. Por ende, hemos recibido un nuevo corazón y un nuevo espíritu.
Nuestro interior ha sido renovado. Esa es la realidad de los hijos de Dios. Hemos sido totalmente cambiados y transformados en nuestro ser.
Entonces, ¿qué es lo que hay en nuestro interior? La Biblia responde a esta pregunta en Romanos 5:5.
Este pasaje dice así: “Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.
En palabras más simples, dentro de los hijos de Dios, reside el amor del Padre celestial. En nuestro interior residen la esperanza y el amor de Dios.
¿Qué cosas deben brotar de nuestro interior ahora? Así es, el amor, la misericordia, la compasión, el perdón y la tolerancia.
Ciertamente, aunque hemos nacido de nuevo, muchas veces nos encontramos luchando y batallando contra el viejo hombre.
Por eso, aunque Dios nos ha dado un nuevo corazón y ha derramado su amor en nosotros, en ocasiones, brotan de nosotros malas actitudes, pecados, rebeldías, resentimientos y malos pensamientos.
No obstante, si nos mantenemos unidos al Señor en oración y meditando su Palabra, brotarán de nosotros el amor y la misericordia.
Los hijos de Dios, al ser personas renovadas, deben comprometerse a expresar amor. Este es el tipo de palabras que deben brotar de nosotros.
El apóstol Juan dijo: “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros” (1 Juan 4:11).
Esto significa que debemos hablar un nuevo lenguaje de amor y misericordia a nuestros semejantes y a los que nos rodean.
Solo cuando expresamos amor a nuestro prójimo, podemos esperar que haya un cambio en nuestras relaciones y que Dios bendiga nuestro entorno.
Hoy en día, muchas personas sufren por la amargura y el odio que existe en sus relaciones. Tales sentimientos se originan cuando no hay perdón ni comprensión en una familia, en el matrimonio ni en la sociedad.
Si usted quiere dar la bienvenida a un nuevo amanecer y anhela que el sol de bendición brille sobre su vida, entonces tiene que comprometerse a hablar el lenguaje de amor de la Palabra de Dios.
Sin embargo, para expresar amor debemos hacerlo con sinceridad. No podemos esperar que el corazón de nuestro prójimo sea movido con tan solo expresar palabras de manera superficial.
Antes que nadie, Dios expresó su amor de una manera sincera. Es por eso que envió a su único Hijo a la tierra para morir por nuestros pecados.
Nosotros que hemos recibido a Cristo como nuestro Señor y suficiente Salvador, debemos hablar un lenguaje de amor, misericordia y comprensión.
No debemos dejar de mostrar amor, porque Jesucristo se ha convertido en nuestro Señor, y Él es quien nos enseña a vivir vidas de amor.
Cuando expresamos amor con nuestras palabras y nuestra vida, eso toca el corazón de quienes nos rodean y a su vez nos brinda gozo en nuestro corazón.
Según el libro “Los 5 lenguajes del amor” del doctor Chapman, el amor puede expresarse de cinco formas diferentes.
Primero, el contacto físico, así como el abrazo y la caricia. Es decir, debemos acercarnos a nuestro prójimo de una manera tierna, suave y respetuosa.
Segundo, el amor se expresa por medio de brindar un servicio especial a favor de otro. En otras palabras, hay que acercarse al otro con actos de servicio desinteresado.
Tercero, el amor también se manifiesta a través de la expresión positiva, así como la motivación y el elogio.
Todos los domingos, después de predicar, bajo del púlpito y me siento junto a mi esposa. En ocasiones, aunque he hecho mi mejor esfuerzo, siento que no he logrado nada y una sensación de vacío me embarga.
Esto nos pasa muy a menudo a los pastores. Nos llenamos durante la semana, entregamos todo en el púlpito y al final, nos sentimos como pozos secos.
Sin embargo, cuando me siento en mi lugar, mi esposa se inclina hacia mí y me dice: “Mi amor, predicaste precioso. Tu prédica estuvo hermosa. Gracias por edificar a la iglesia y al mundo con la Palabra. Eres el mejor predicador”.
Después de escuchar esas palabras, mi corazón se anima y mis fuerzas se renuevan. Debemos mostrar amor con nuestras palabras de elogio y afirmación.
Cuarto, el amor también se puede manifestar a través de regalar un obsequio. Cuando alguien nos da un detalle o un presente eso nos deja ver que hay amor.
Quinto, el amor se muestra a través de pasar juntos un tiempo, y aquí lo que cuenta es la calidad del tiempo.
Si tan solo nos comprometemos a hablar con amor y misericordia, nuestro mundo será transformado. La vida de nuestro prójimo será transformada al hablarle un mensaje de amor. A partir de hoy, exprese amor y transforme su hogar con la ayuda de Dios en un lugar de bendición y refugio.
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