El encuentro de Dios con Gedeón
- Marlon Corona
- 11 sept 2019
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 12 sept 2019
“Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom.” (Jueces 6:24)
Agustín de Hipona solía decir que “El temor es la ausencia de Dios”. Esto significa que el hombre vive con incertidumbre y confusión cuando vive lejos de Dios, y como consecuencia llega a sentirse desamparado y olvidado. Naturalmente, esto lo llena de ansiedad y preocupación. Y a pesar de que busque con todas sus fuerzas el reposo para su alma y la paz, no los puede encontrar. El único lugar en donde puede hallar paz es encontrándose con Dios.
Si alguna persona vive bajo el poder de la ansiedad o la preocupación, tal persona ya ha perdido la felicidad en la vida. Cuando una persona ansiosa llega a casa, todos los integrantes de la familia se vuelven intranquilos a través de sus quejas y murmuraciones. Asimismo, una persona ansiosa tampoco podrá difundir paz en medio de la sociedad. Esta clase de gente provoca una reacción en cadena, de mucha agitación y amargura.
Según el estudio del médico Walt Clement, quien es especialista en gastroenteritis, de la famosa clínica Mayo, el origen de toda clase de problemas gástricos como las úlceras, la colitis, el estreñimiento, la irritación estomacal, entre otras, es la ansiedad y la preocupación. Es decir que una persona ansiosa es más propensa a padecer de problemas estomacales. Esto significa que la ansiedad destruye la salud física, además de la felicidad del corazón.
Para que podamos ser libres del poder del temor, de la ansiedad y la preocupación, debemos encontrarnos con Dios. El temor y la ansiedad no se van de l corazón por medio de métodos humanos. Las riquezas, la posición social, la fama, no pueden vencer a este terrible enemigo del corazón llamado ansiedad.
Sin embargo, cuando tenemos un encuentro con Dios, Él nos libera del poder de la ansiedad y en su lugar siembra en nuestro corazón su paz y nos brinda un suave y delicado reposo. El Señor Jesús proclamó: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Debemos hacer de estas palabras del Señor Jesús nuestra filosofía de vida. Debemos creer en nuestro corazón y practicarlas cada día.
Cuando nos encontramos con Dios, Él nos hace pasar de la ansiedad a la tranquilidad, del afán al reposo y del temor a la paz. Solo un encuentro con Dios puede brindarnos tal bendición. Esto se debe a que Él es el Dios de paz y reposo.
En Jueces 6, encontramos una historia muy peculiar. Se trata de la historia del pueblo de Israel que se había vuelto rebelde para con Dios y le había dado la espalda. En consecuencia, sus enemigos los Madianitas, los invadieron y los despojaron de su tierra. Entonces, los israelitas huyeron a las montañas y se escondieron en las cuevas pensando que hallarían descanso y reposo.
Jueces 6:1-2 dice así: “1 Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. 2 Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados”.
Ciertamente, en la vida, cuando somos desobedientes a Dios y nos rebelamos a su voluntad, llevando una vida basada en el orgullo, el egoísmo y en la avaricia, naturalmente quedamos expuestos, a merced de nuestros enemigos. Es ahí cuando muchos, como los israelitas, corren a las cuevas de la religión, el humanismo y la filosofía. Sin embargo, esos lugares son fríos y oscuros, y no proveen el sustento para nuestra alma.
En medio de una situación como tal, lo que necesitamos es tener un encuentro con Dios para ser trasladados de la derrota a la victoria y de la ansiedad a la paz. Permítame preguntarle, ¿cuál es el estado de su alma el día de hoy? ¿Acaso está ansioso y preocupado, o fatigado y desanimado? Si usted necesita ser fortalecido en su alma y ser lleno de paz, Dios le da la oportunidad de un encuentro con Él.
Según leemos en Jueces 6, en medio de aquella devastación que los israelitas estaban experimentando a manos de los Madianitas, Dios vino a encontrarse con Gedeón, un joven que se sentía solo y desamparado, y buscaba una solución en sus propias fuerzas. Pero Dios le dijo que estaría con él y que le ayudaría a cambiar esta situación.
En los versículos 11-12 leemos lo siguiente: “11 Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. 12 Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente”.
Este hijo de Joás, de nombre Gedeón, estaba en medio de la desesperanza pues todo su entorno era sufrimiento y caos. Sin embargo, ofreció un sacrificio en el altar de Dios. Esto significa el arrepentimiento y la fe, cuando nos volvemos a Dios de corazón y buscamos su rostro.
En los versículos 18-19 dice así: “18 Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas. 19 Y entrando Gedeón, preparó un cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de aquella encina”.
Este es el momento clave, cuando nos arrepentimos y venimos delante del altar de Dios para ofrecer nuestras vidas como sacrificios vivos. El encuentro con Dios es un momento para arrepentirnos de nuestros pecados, reflexionar sobre nuestros caminos y volvernos a Dios de todo corazón.
En medio del sufrimiento y el dolor, Dios viene a encontrarse con nosotros. Gedeón pensaba que estaba solo y olvidado, pero cuando se arrepintió y presento su ofrenda a Dios, sus ojos fueron abiertos y descubrió que todo este tiempo, el Señor había estado en control y había cuidado de él. Dice le versículo 22: “Viendo entonces Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová cara a cara”.
En nuestra vida ocurre algo similar. Si nos volvemos a Dios de todo corazón y ponemos nuestra fe y confianza en Él, recibimos una perspectiva correcta de las cosas. Así como Gedeón, nuestros ojos son abiertos y descubrimos que Dios nunca nos ha abandonado ni se ha olvidado de nosotros. Así mismo, Él está con nosotros para brindarnos su ayuda y respondernos.
Aquel día, Gedeón edificó un altar de piedra y llamó a Dios “Jehová Shalom” (Jueces 6:24) que significa “Dios es nuestra paz”. Si usted quiere tener un encuentro con el Dios de paz y recibir una respuesta para su situación, arrepiéntase de su pecado, mire a Dios y entréguese a él completamente. Entonces, el Dios de paz descenderá a su vida. Esto es así porque un encuentro con Dios nos hace pasar de la ansiedad a la paz y del temor a la fe.
Haga esta oración conmigo.
Padre celestial, gracias por la oportunidad que nos das de tener un encuentro contigo. El día de hoy, reconocemos nuestras faltas y pecados, y pedimos tu gracia sobre nuestras vidas. Permítenos conocerte como el Dios de paz y reposo. Otórganos aquella tranquilidad que solo se encuentra en tu presencia. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén y amén.
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