"Acordaos de la palabra que Moisés, siervo de Jehová, os mandó diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra." (Josué 1:13).
Como pastor, muchas veces he llegado a escuchar frases como: “Ya no puedo más, me siento perdido, no sé qué hacer, nada tiene sentido”. Todas estas
expresiones reflejan lo que hay en la mente y en el corazón de las personas.
¿Sabe cuál es la relación que tienen todas estas frases? Que todas ellas están conectadas con la mente. Y lo que es más importante aún, la mente está conectada con el cuerpo.
Por causa de pensamientos y expresiones negativas, no hay descanso físico, ni emocional ni espiritual. Esta es la realidad que vivimos hoy en día en cualquier ámbito de la sociedad.
Recientemente leí en un artículo publicado por una prestigiosa revista que el medicamento más vendido en los últimos años es la “Aspirina”, la cual calma los dolores de cabeza.
Las empresas farmacéuticas se han enriquecido vendiendo este producto en los últimos 20 años. Además, entre los más vendidos, se encuentra la pastilla que combate las úlceras estomacales.
¿Qué significan todas estas cosas? Lo anterior evidencía que la gente no tiene paz y padece de un extremo estrés.
Lo que muchas veces ignoramos es que así como nuestro cuerpo necesita descansar para poder llevar a cabo todas las actividades del día, también nuestra mente necesita encontrar descanso y reposo continuos para no caer en el negativismo y en la autodestrucción.
Lo cierto es que cuando nuestra mente no tiene descanso perdemos la paz y nos volvemos conflictivos en otras áreas de nuestra vida.
Hace tiempo escuché una anécdota sobre la necesidad de encontrar un lugar de descanso y protección como modo de supervivencia. Se trata de un pequeño conejo que fue perseguido por un águila hasta llegar a la casa de una campesina.
Como la puerta estaba abierta, el conejo entró abruptamente y se refugió bajo el techo de aquella casa. La campesina que estaba sentada en el pórtico presenció toda la escena.
Cuando el depredador se dio por vencido y se marchó, el conejo salió tembloroso e inseguro pero a salvo. La campesina lo miró y le dijo en un tono suave: “Amigo, te salvaste porque me hiciste tu refugio”. Y en un tono amigable le dijo: “Ven siempre que lo necesites. Yo te protegeré”.
Todas las personas son perseguidas en esta vida por un depredador llamado “Ansiedad”. Muchos se esconden bajo el inestable techo del dinero, de los placeres, de la posición social y de la fama, creyendo que encontrarán la protección y el reposo tan anhelados.
Pero la verdad es que a la sombra de estas cosas no se encuentra el verdadero reposo. ¿Habrá algún lugar en donde nuestra alma y nuestra mente puedan descansar? Por supuesto que sí.
En el relato de la vida de Josué, el conquistador de Israel, tuvo lugar un evento muy significativo. En cierto momento de su historia, él dirigió las siguientes palabras a los israelitas: “Acordaos de la palabra que Moisés, siervo de Jehová, os mandó diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra” (Josué 1:13).
Josué resaltó la tremenda verdad de que el Dios que nos llama a servirle y a buscarle es el mismo Dios que nos da reposo.
En síntesis, ese lugar de reposo que tanto anhelamos es la quietud donde se encuentra el Señor, quien es el único que puede proveer una verdadera paz y descanso. ¿Cómo podemos llegar a participar del reposo y la paz de Dios?
Si como cristianos queremos encontrar reposo, el primer paso que debemos dar consiste en afirmarnos en la soberanía de Dios. Como sus hijos, debemos arribar a la conclusión de que nuestro Dios tiene todas las cosas bajo su cuidado y vigila nuestras vidas.
A propósito, ¿en manos de quién esta su vida el día de hoy? ¿A quién le ha entregado el control de su ser? El pensamiento más desesperanzador de todos es creer que estamos abandonados y solos en este mundo, sin nadie que pueda ayudarnos.
Sin embargo, los creyentes guardamos en nuestro corazón la plena y profunda seguridad de que nuestro Dios es Soberano sobre todas las cosas y nuestra vida está bajo su cuidado.
La soberanía de Dios se refiere a que Él gobierna todas las cosas, está sobre todo poder y autoridad, y nada escapa de su supervisión. Por definición, soberanía es excelencia o superioridad absoluta. El Dios de la Biblia es “el” Soberano.
Job le dijo al Señor: “Yo sé bien que tú lo puedes todo, que no es posible frustrar ninguno de tus planes” (Job 42:2 NTV). El mismo Señor Jesús le dijo a los discípulos: “vuestros cabellos están todos contados” (Mateo 10:30).
Lo anterior señala que nada escapa al cuidado y supervisión de Dios, sino que Él es sobre todo. Nadie puede estorbarle ni frustrar sus planes. Dios no puede ser sorprendido y no hay nada que Él no sepa.
Con esta verdad en mano, podemos avanzar y tener paz, porque nuestro Dios está sobre toda circunstancias, poder o autoridad, y Él cuida nuestro camino. Además, debemos tener una firme esperanza y seguridad en la bondad de Dios. No debemos titubear al respecto. La persona que tiene paz es aquella que recuerda en todo momento que el Señor, quien es Soberano es así mismo bueno, y este Dios dirige sus pasos y su vida.
La Biblia nos revela los planes y pensamientos de Dios para nosotros: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis (Jeremías 29:11).
Usted puede deshacerse del terrible poder de la ansiedad y la preocupación, para llevar una vida de reposo en Cristo. Usted puede recibir la paz de Dios hoy mismo. Renuncie al afán y a la ansiedad y confiese su total confianza en Cristo.
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