Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre (Salmo 118:6).
La esperanza que nace entre los escombros de la amargura y el sufrimiento es una esperanza única y muy valiosa. Concebir esperanza en el día más oscuro de nuestra vida es verdaderamente un don de Dios.
Eliezer Wiesel fue un sobreviviente de los campos de concentración Nazis. A la edad de 17 años, fue separado de su familia y llevado a Auschwitz. En ese lugar, las personas eran sometidas a abusos brutales. Era un tiempo en el que la gente prefería morir que seguir sufriendo. Este joven pudo sobrevivir debido a su fe inquebrantable en Dios y a la esperanza que logró concebir a pesar de tales sufrimientos. Escribió tres libros, titulados: “La noche”, “El alba”, “El día”. En el libro “La noche” relató una historia impresionante.
Una mañana, los soldados alemanes llevaron a dos hombres a la horca. Uno, como era muy pesado, al momento de caer, murió casi instantáneamente. Pero el otro, al ser muy delgado, no murió a pesar de esta 20 minutos colgado. Al ver que no moría, los soldados alemanes, lo bajaron y lo golpearon hasta dejarlo inconsciente. Ante tal brutalidad, los presos, entre los cuales estaba Eliezer Wiesel, lloraban diciendo: “¿En dónde está Dios? ¿A dónde ha ido Dios? ¿Por qué nos ha abandonado?”
Por la tarde, el hombre al que habían golpeado hasta dejar moribundo logró recuperar la consciencia. Se sentó junto a una piedra, y dijo entre dientes: “Él estuvo conmigo, Él estuvo conmigo”. Sus compatriotas, se acercaron a él, pero no dejaba de repetir: “Él estuvo conmigo”.
Uno de los que estaban ahí le preguntó: “¿Quién estuvo contigo?” Y ese hombre moribundo respondió: “¡Dios! Dios estuvo conmigo y no me dejó morir”. Continuó diciendo: “Ustedes piensan que Dios nos abandonó, pero no, Dios está aquí con nosotros. Él está con nosotros en medio de nuestro sufrimiento. Él está con nosotros”. Esta fue una de las escenas que hicieron que la fe de este joven Eliezer se concretara y le mantuviera con vida.
En su libro titulado “La Noche” Eliezer Wiesel escribió una frase que nos indica una verdad que todos nosotros debemos recordar el día de hoy. Dice así: “La mentira que oscurece el corazón humano es la que nos sugiere que Dios nos ha abandonado”.
Muchas personas piensan que Dios ya no se interesa en los asuntos del día de hoy. Pero al pensar de esa manera, es convertir a Dios en un mero concepto, frío y distante. No obstante, Dios todavía rige el destino. Todavía cumple las promesas hechas al hombre. Y sigue dirigiendo el curso de la historia.
Jesús dijo en Juan 5:17, lo siguiente: “…” Esto significa que Dios, hasta el día de hoy, obra en la vida del hombre, por medio de Jesucristo. El Dios del Antiguo Testamento, que separó las aguas del Mar Rojo y derribó los muros de Jericó, es el mismo Dios de hoy y sigue trabajando junto a nosotros. Por lo tanto, resulta fundamental en la vida de los hijos de Dios aprender a relacionarnos con nuestro Padre de manera que podamos ver su obra el día de hoy.
Mientras la verdad que oscurece el corazón y nos guía a la desesperación es la que sugiere que Dios nos ha abandonado, la verdad que nos vivifica, nos fortalece y nos llena de poder espiritual es la que afirma que Dios está con nosotros a pesar de que nuestros ojos no le vean, o nuestro oídos no le oigan y nuestras manos no le palpen.
El salmista conocía esta verdad y vivía aferrado a ella. Por ende, pudo tener esperanza en el momento más adverso. Él decía: “…” (Salmo 118:6-9). Pablo vivía aferrado a la verdad de que, al haber creído en Jesucristo y haberle recibido como Señor y Salvador, nada le podría apartar de Dios, bajo ninguna circunstancia: “…” (Romanos 8:38-39).
Yo le quiero invitar para que a partir del día de hoy viva con la poderosa seguridad de que Dios está a su lado, junto a usted, por medio de Jesucristo. Abrace este pensamiento. No permita que las circunstancias, el entorno, el ámbito, las pruebas o las tribulaciones, le roben esta seguridad. Confiese con fe como lo hizo el salmista: “¡Oh! Él está conmigo, no temeré”.
El día de ayer prediqué un tema titulado: “Déjalo todo en manos de Dios”. Durante esta semana, si ustedes me acompañan y el Señor nos presta la vida, quiero que pensemos en detalle acerca del significado de esa expresión y que la apliquemos a nuestra vida. Así que durante los días siguiente, hablaremos de cómo es posible dejar todo en manos de Dios y vivir una vida de confianza y esperanza en Él.
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