"En verdes pastos me hace descansar." (Salmos 23:2) El Dios con el que tenemos que tratar diariamente en nuestras oraciones y meditaciones personales, así como en nuestra vida en general, es un Dios que ofrece reposo para el cansado, aliento para el desanimado y fortaleza para el débil. Una de las mayores bendiciones que experimentamos al leer y meditar en el Salmo 23 es que nuestra visión sobre Dios es renovada y ampliada. ¡Qué importante es que diariamente renovemos nuestra visión acerca del Señor conforme a lo que Él ha revelado en su Palabra! Con justa razón, el profeta Oseas (6:3a) dijo: “Conozcamos al Señor; vayamos tras su conocimiento. Tan cierto como que sale el sol, Él habrá de manifestarse”. El conocimiento de Dios tiene lugar en nuestra vida tal y como lo menciona el profeta Oseas: de manera progresiva y creciente. Él dice: “Vayamos tras su conocimiento”, que significa “avancemos, progresemos, crezcamos en el conocimiento de Dios”. Dios comienza a revelarse a nuestras vidas, a medida que leemos su Palabra, así como el amanecer tiene lugar. Al principio todo está en oscuridad, pero eventualmente, cuando la luz comienza a brillar, el día se ilumina y todo se vuelve claro. Sin lugar a dudas, uno de los pasajes que nos permiten ver al Señor con más claridad y que renuevan nuestra comprensión sobre quién es Él, es el Salmo 23. Si lo meditamos con cuidado, seremos capaces de descubrir el corazón de Dios. De manera progresiva, mientras leemos este Salmo, vamos abandonando la idea de un Dios indiferente y frío en relación a nuestras propias vidas. Y cada vez más nos acercamos a la idea del Dios misericordioso y bondadoso, que interviene en nuestras vidas, nos ayuda y nos sustenta en todas las áreas. John Wesley, es conocido como uno de los reformadores de la iglesia con mayor influencia a lo largo de la historia. Su vida y su historia tuvieron lugar en el siglo XVII. Él creció bajo la influencia rígida de la iglesia anglicana en donde Dios era presentado como un ser frío e insatisfecho. Por esta razón, muchas personas vivían bajo un temor opresivo en lugar de disfrutar de una dulce comunión con el Señor. Aquella era una época en la que muchos predicadores imponían pesadas cargas sobre la gente y los instaban a observar complejos rituales formalistas. Sin embargo, un evento muy significativo tuvo lugar en la vida de un joven John Wesley que terminó desencadenando una comprensión más clara sobre Dios y su carácter. Una noche fría, mientras John Wesley regresaba al Colegio Cristiano (Christian Church College) en donde estudiaba para convertirse en pastor, entabló una conversación con el conserje. Al cruzar por la puerta principal, notó que el hombre solo tenía un abrigo liviano y estaba tiritando mientras se frotaba los brazos. John le animó a ponerse un abrigo más grueso y a beber un té caliente. Sin embargo, el conserje le respondió que llevaba puesto el único abrigo que tenía y que solo podía permitirse beber agua, ya que no tenía dinero para comprar un té. Aunque este hombre estaba tiritando, añadió que estaba agradecido con Dios por el abrigo que tenía y el agua que podía beber, así como por las piedras sobre las que dormía por la noche. Estas palabras tuvieron un tremendo impacto en la vida de John. Por esta razón le preguntó: “Señor, ¿usted da gracias a Dios aunque no tiene ropa qué ponerse para el frío, ni comida para comer, y da gracias a Dios por la cama dura que tiene?” “¿Acaso hay algo más por lo que usted dé gracias a Dios?” Preguntó John, intrigado. El conserje le miró fijamente a los ojos y le respondió: “Le doy gracias a Dios por haberme dado la vida y el ser. Por darme un corazón para amarle y un deseo de servirle”. Cuando el hombre vio el interés de John, continuó diciéndole: “Muchacho, esta vida no es duradera. Lo importante no es lo mucho que tenemos, sino que podemos disfrutar de comunión y conversación con Dios”. “Lo que más valor tiene es que Él se compadece de nosotros, nos mira con ternura y nunca nos deja, por más que haga frío”. La visión de este hombre pobre, sin aparente educación, sacudió el mundo de John Wesley quien hasta el momento solo veía a Dios a través de los ojos del formalismo y la religión. Esto hizo que John cambiara su perspectiva acerca de Dios, de su carácter y de la manera en la que podía relacionarse con Él. Esto terminó llevando a John Wesley a profundizar en las Escrituras, buscando a ese Dios compasivo y tierno del que había escuchado aquella noche. Años más tarde en su ministerio, las multitudes se agolpaban en cualquier lugar en donde John Wesley predicaba. Miles de personas abarrotaban los recintos para escuchar la predicación de Wesley que se caracterizaba por compartir acerca del Dios que se compadece del hombre, le tiene misericordia y le ayuda. Con toda convicción predicaba sobre la realidad del infierno y del castigo eterno, pero siempre añadía que Dios ofrecía salvación y vida eterna por medio de Jesucristo. Uno de sus pasajes favoritos era el Salmo 103:13-14, que dice: “13 Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. 14 Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro”. Mis amados, nuestra visión sobre el Dios de la Biblia tiene que renovarse por medio de lo que Él nos ha revelado en su Palabra. Entonces, ¿qué es lo que la Biblia nos enseña acerca de Dios? El Salmo 23:2-3 declara: “2 En verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; 3 me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre”. Acompáñeme para que juntos descubramos el significado de estas palabras y contemplemos al Dios que ofrece misericordia y mira con compasión a aquel que se acerca a Él. El texto de hoy comienza diciendo, después de afirmar que el Señor es nuestro Pastor, que Él nos guía a verdes pastos en donde nos ofrece descanso. Ahora, ¿cuáles son esos pastos a los que nos lleva el Señor? En Juan 10:9-11 está escrito lo siguiente: “9 Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos. 10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. 11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas”. Cuando creemos en Cristo y le reconocemos como Señor de nuestra vida, entramos por la puerta de la vida y del otro lado encontramos pastos verdes que sacian nuestra alma. El diablo, quien es el ladrón, solo viene para robar, matar y destruir. Pero, ¿qué roba el diablo? Primero, se enfoca en robarnos la paz por medio de las adversidades y problemas de la vida. Él quiere llenar nuestro corazón con ansiedad y preocupación. En segundo lugar, el diablo trata de matar nuestras esperanzas y de apagar o debilitar nuestra fe. Él sabe que la persona que no tiene fe será arrastrada por la desesperación y la preocupación y será esclava de la amargura. Por último, él quiere destruir nuestras familias y nuestras vidas. Una persona que no tiene paz y que ha perdido toda esperanza se vuelve auto-destructiva. Es decir, comienza a destruir todo a su alrededor. Destruye su hogar, su matrimonio, sus finanzas, su salud, su cuerpo y todo lo demás. No obstante, el Señor Jesús dice en Juan 10:11: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas”. Jesucristo murió en la cruz para ofrecernos a nosotros, que somos sus ovejas, pastos de gracia al pie de la cruz. Estos pastos que sacian la vida del hombre no se encuentran en el humanismo ni en la superación personal. Tampoco se encuentran en la filosofía o en las religiones humanas, sino solamente en Cristo. Él es el buen pastor y se hace presente entre nosotros por medio del Espíritu Santo para conducirnos a la cruz. Es ahí, al pie de la cruz, en donde hallamos un verdadero lugar de reposo, en los prados de Jesús. Si usted viene hoy a Jesucristo, no importa cual sea su carga o el motivo de su aflicción, hallará pastos y será saciado. Entonces, ¿cuáles son los pastos verdes de bendición que encontramos al pie de la cruz? Primero, son los pastos del perdón de nuestros pecados y la reconciliación con Dios. Hoy en día, muchos no pueden lograr la paz del corazón debido a que no pueden librarse de la culpa que sienten por haber pecado. Sienten una pesada carga en sus hombros que no los deja descansar ni tener tranquilidad. Muchos, incluso, han perdido toda esperanza por vivir debido a esa pesada carga generada por el pecado. Hace tiempo, una mujer vino a verme a la oficina. Ella estaba muy cargada emocionalmente. En cuanto llegó, vi que no dejaba de tronarse los dedos y su mirada estaba perdida. Cuando le pregunté cuál era su problema, ella me relató una historia triste. Había entrado en una relación inmoral con un hombre casado. Aquel hombre la había enamorado y le había prometido que dejaría a su esposa para irse a vivir con ella. Sin embargo, después de tres años, nada había sucedido y el hombre parecía que no cumpliría su promesa. Entonces, ella quedó embarazada. Para ella era una gran noticia pues pensaba que eso haría que su amante dejara a su esposa y se fuera a vivir con ella. Sin embargo, cuando le dio la noticia al hombre, él la golpeó y la amenazó diciéndole que debía abortar. Obviamente, ella no quería hacerlo en un principio. Cuando pasaron los días, ella pensó que lo mejor sería abortar a su bebé. Así que se dirigió a una clínica clandestina y se practicó un abortó. Entonces, comenzó el verdadero infierno para ella. Día y noche ella era abrumada por pensamientos de muerte: “Eres una asesina, mataste a tu hijo. No mereces vivir”. Por las noches, tenía pesadillas en donde corría detrás de un niño que siempre se desvanecía. Era atormentada ya fuera despierta o dormida. Perdió los ánimos de vivir pero aún así trató de sobreponerse a aquella situación. Habían pasado casi diez años desde aquel aborto cuando vino a verme y me dijo: “Aunque yo quise enterrarlo y superarlo, eso me ha perseguido y me ha llevado al colapso”. Después de señalarle que ese era un pecado de homicidio, la guié a Cristo. Mientras orábamos, comencé a ver como el suelo era regado por sus lágrimas. Ella se arrepintió y entregó su vida a Cristo. Entonces, la paz y el reposo vinieron a su vida. Después de muchos años de no tener ni un día de descanso, ella pudo reposar y tener paz en su alma. Verdaderamente hay prados de perdón y reconciliación con Dios al pie de la cruz. Para que una persona pueda liberarse de la culpa generada por el pecado y la iniquidad, y para que pueda tener paz, primero tiene que llegar ante la cruz y debe arrepentirse sinceramente de todos sus pecados. El verdadero arrepentimiento no consiste en la simple comprensión de que hemos pecado. El verdadero arrepentimiento es aquel que nos lleva a dejar de cometer los mismos pecados. Cuando nos arrepentimos de nuestras faltas y pecados al pie de la cruz, recibimos el perdón de pecados y podemos tener verdadera paz. Jesucristo no solo cancela las deudas de los pecados pasados y presentes, sino que también ha cancelado la deuda de los pecados futuros. Mire lo que dice el Salmo 103:10-12: “10 No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. 11 Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra. 12 Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente”. No solo eso, sino que al pie de la cruz encontramos pastos de sanidad y bendición. Cuando creemos en Jesucristo, podemos ser sanados de nuestras enfermedades emocionales y físicas, además de que experimentamos la Triple bendición de Dios. David dijo que el Señor le llevaba por verdes pastos. Estos son para nosotros los pastos al pie de la cruz. Además, Él nos pastorea por arroyos tranquilos. Esto significa que Dios nos conduce apaciblemente por medio de la guía del Espíritu Santo, nuestro Consejero y Consolador. Cuando vivimos al pie de la cruz y recibimos el pastoreo del Espíritu Santo, recobramos las fuerzas y somos guiados por el camino correcto. El día de hoy, tenemos la garantía de experimentar estas bendiciones. Entonces, ¿por qué no le da la bienvenida al Señor? Recíbalo y permita que Él transforme su vida por completo. #As #MeditacionesAscender2020 www.ascenderiglesia.com Si deseas recibir los audios de las Meditaciones Ascender en tu celular, únete a uno de nuestros grupos oficiales, dando click aquí: https://chat.whatsapp.com/CqGLnLFVaNjDg9YeLtQLF7 Si Dios ha puesto en tu corazón hacer una ofrenda o un donativo para impulsar las Meditaciones Ascender, puedes hacerlo desde aquí: https://www.ascenderiglesia.com/donaciones
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