"¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí." (Salmos 3:1) El año tiene cuatro estaciones aquí en la zona central. Los primeros meses son de invierno y hace mucho frío. Después, poco a poco, aparece la primavera. Aquellos árboles que parecían estar completamente secos y muertos, vuelven a florecer. La primavera viene acompañada de color y vida, y en esta temporada todo es alegría y felicidad por todas partes. Más adelante todavía, aparece el verano. Hace calor y la temperatura aumenta. Los días son soleados y calurosos. Sin embargo, también cae lluvia y las mañanas son frescas. La gente aprovecha para viajar y tener tiempos de recreación. Un poco más adelante, hacía el final del año, los árboles que una vez estuvieron verdes y las flores que crecieron en los jardines, comienzan a secarse. Las hojas se caen, el verdor se marchita y aparece el otoño. Nuevamente el frío comienza a sentirse y la gente saca los abrigos y los guantes que estuvieron guardados durante el calor. Al final, el invierno regresa. Cae nieve, hace frío y todo se seca. ¿Por qué digo lo anterior? Porque en la vida de todos nosotros sucede algo similar. Hay momentos de alegría, gozo y felicidad, pero también hay momentos grises, de mucha tristeza y abatimiento. Así como en la naturaleza hay cambios de estación y diversas temporadas, en la vida cristiana también hay dichos cambios. Si reflexionamos cuidadosamente, nos daremos cuenta de que en la vida cristiana no todo es felicidad y alegría. Hay momentos difíciles y muy amargos. Pero tampoco todo es dificultad y dolor. Como en el año hay primavera, verano, otoño e invierno, en nuestras vidas, también llegaremos a experimentar diversas temporadas. En la vida de David, el salmista, encontramos que él vivió diversas temporadas y épocas diferentes. En el Salmo 62, en el versículo 5 en adelante, leemos lo siguiente: “5 Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza. 6 El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré”. En un momento, él se sentía muy confiado, alegre y tranquilo. Sin embargo, si leemos el Salmo 102, encontraremos que él llegó a deprimirse y a sufrir. En los versículos 4-5 dice así: “4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba, Por lo cual me olvido de comer mi pan. 5 Por la voz de mi gemido Mis huesos se han pegado a mi carne”. Ciertamente, a David le sobrevino la temporada de la depresión y la soledad. No obstante, también experimentó momentos de suma confianza y paz en Dios. En el Salmo 63:4-5 leemos lo siguiente: “4 Así te bendeciré en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos. 5 Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, Y con labios de júbilo te alabará mi boca”. ¿Qué quiero decir con todo esto? Que así como lo fue para David, en nuestras vidas también aparecerán diversos momentos y temporadas. Algunos serán muy agradables y con gusto entraremos en ellos, pero otros serán amargos y nos costará transitar esos caminos. Muchas personas que han creído en Cristo como Señor y Salvador y han comenzado su caminar con Dios, llegan a sorprenderse cuando las dificultades aparecen. Peguntan: “¿Dios, en dónde estás tú? ¿Me has abandonado?” El apóstol Pedro nos da una advertencia al respecto. En 1 Pedro 4:12-13 dice así: “12 Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, 13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”. A nuestras vidas también se acercarán estos momentos de prueba y dificultad. A veces, parecerá que nos superan y que no hay ninguna salida posible. Pero siempre debemos volver a la Palabra de Dios y adquirir una visión bíblica de las pruebas. Estas últimas, no son para destrucción. Son para formación. La prueba es el momento en el que pasamos del biberón al vaso. Es el momento en que pasamos de gatear a caminar. Lo que quiero decir es que la prueba es el momento en que Dios nos hace crecer y madurar. A muchos les gustaría quedarse para siempre en la infancia espiritual. Sin profundizar en las cosas de Dios, conociendo solo las cosas básicas del Evangelio, asistiendo a la iglesia solo los domingos. Pero debido a que somos hijos de Dios, vendrá sobre nuestra vida, en algún momento, la situación definitiva. Aquella prueba que nos va a definir como cristianos, como hijos de Dios y como personas. Debido a que Dios nos ama tanto, no nos dejará para siempre ser bebés espirituales. Él nos llevará al crecimiento. Creará circunstancias que nos empujen a crecer y a madurar. Circunstancias en las que vamos a tener que orar y leer la Biblia por nosotros mismos, y en las que vamos a conocer a Dios personalmente. Y esa será la experiencia más hermosa de nuestra vida. Leyendo el Salmo 3, encontramos que el salmista llegó a vivir una temporada contraria, en la que sus adversarios se multiplicaron y lo superaron. “1 ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí. 2 Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios”. A veces, los enemigos se multiplican. Las deudas por una parte, los conflictos en el hogar por otro, un enfermedad aparece, un accidente ocurre. Mil cosas. Sentiremos que estas cosas se amontonan contra nosotros y nos amenazan. Pero aunque esta es la realidad de las cosas, tenemos que mirar como el salmista al Único que puede ayudarnos, y decirle: “Oh, Jehová”. David reconocía en dónde estaba su seguridad y ayuda: En Dios. El día de hoy, aunque las pruebas lo superen, aunque las dificultades caigan sobre usted como la lluvia, mire a Dios y dígale: “Oh Señor, mírame, ayúdame, socórreme”. Entonces, los cielos se abrirán y un milagro comenzará a suceder. #As #MeditacionesAscender2020 www.ascenderiglesia.com Si deseas recibir los audios de las Meditaciones Ascender en tu celular, únete a uno de nuestros grupos oficiales, dando click aquí: https://chat.whatsapp.com/CqGLnLFVaNjDg9YeLtQLF7 Si Dios ha puesto en tu corazón hacer una ofrenda o un donativo para impulsar las Meditaciones Ascender, puedes hacerlo desde aquí: https://www.ascenderiglesia.com/donaciones
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