Confiar en Dios
- Marlon Corona
- 31 oct 2019
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 1 nov 2019
Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es él. (Salmo 33:20).
El diccionario bíblico define la palabra confianza como sostenerse o afirmarse a algo a alguien. Podríamos decir que la confianza es depender totalmente al punto de tener algo por seguro, aun cuando no ha sucedido.
Además, la definición de confianza está íntimamente ligada con la fe. Y ¿qué es la fe? La Biblia misma nos provee una definición: “Es… la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. (Hebreos 11:1). Por lo tanto, los cristianos hemos sido llamadas a afirmarnos en Dios y a depender por completo de Él.
Confiado, en los brazos de mi Padre.
En cierta ocasión, cuando regresaba a casa después de dirigir una de las células de la iglesia del sur de la ciudad, llegué a la estación del tren ligero esperando abordarlo.
Aquel había sido un día largo y yo estaba sumamente cansado. A mi al rededor se encontraban personas que tenían un semblante de cansancio y fatiga por la larga jornada de trabajo. Sin necesidad de que dijeran una palabra, se podía ver que lo único que querían era llegar a sus hogares y descansar.
Poco a poco, la estación del tren comenzó a llenarse de gente que salía de sus trabajos y esperaba abordar para dirigirse a sus destinos. Repentinamente, comenzó a llover y el clima se tornó frío. A lo lejos se podía ver la pequeña luz frontal del tren que se acercaba lentamente.
Aquella noche, yo solo deseaba llegar a mi casa, darme un baño caliente y acostarme a descansar. En ese momento, en medio de un mar de gente y con la tormenta encima, vi a un hombre que llevaba un portafolios y un paraguas en su mano derecha, mientras con la izquierda cargaba a su pequeño hijo, el cual estaba profundamente dormido en su regazo.
En el centro de toda aquella escena de cansancio y fatiga, de un clima frío, un rostro se diferenciaba de los demás. Era el rostro descansado y tranquilo de un niño que no se preocupaba por nada, excepto por descansar. Él estaba seguro en los brazos de su padre.
Esa es una imagen que se quedó impresa en mi mente y en mi corazón. Durante todo el trayecto de regreso a casa no pude dejar de pensar que esa es la relación que Dios quiere que tengamos con Él. El Señor nos invita a recostarnos en su regazo y descansar de las cargas y fatigas de esta vida.
Por esta razón, el Señor Jesús nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Ciertamente, Dios quiere que nosotros confiemos en Él y que descansemos en su bondad y amor, aun cuando pasamos por las noches oscuras y frías de la vida.
Esto es posible por medio de la oración. Cuando oramos, podemos poner todas nuestras cargas y penas en el Señor, y podemos confiar en sus promesas para nuestra vida. Por lo tanto, resulta fundamental que aprendamos a relacionarnos con Dios por medio de la oración.
Durante esta semana, hemos hablado sobre la importancia de la oración y hemos conversado sobre cómo podemos dirigirnos al Señor. En primer lugar, hemos hablado sobre orar dando gracias por todo. Después, hablamos sobre orar en arrepentimiento confesando nuestros pecados.
La tercera oración que debemos aprender a hacer es la oración de confianza. El Salmo 33:20-21 dice así: “Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado”.
Al orar, debemos declarar nuestra confianza en Dios. En otras palabras, mientras oramos, debemos depositar nuestra fe y esperanza en Dios.
En la actualidad, muchas personas hacen del dinero, el trabajo, el estatus o la moda, su más grande confianza. Esto es un error. Dichas cosas no pueden proveer una seguridad firme.
Solo Cristo, quien es el Autor de la vida y el vencedor de la muerte, puede asegurarnos el mañana. Cuando confiamos en Él nos encontramos escondidos en la poderosa mano de Dios. Entonces, no hay mal, ni adversidad o pena que pueda amedrentarnos.
El Salmo 33 dice, además: “Nuestra alma espera a Jehová”. Esto significa que al orar, nosotros debemos tener una actitud de paciencia y de espera.
Tener la seguridad de que Dios obrará en nuestra vida positivamente, es fundamental. Cuando oremos, tenemos que declararle a Dios que estamos esperando su bondad y su bien en nuestras vidas.
Sin embargo, muchos creyentes, sin esperar la respuesta de Dios, se apresuran y toman decisiones basándose en las emociones y en los sentimientos del momento. Si somos sinceros, obedecer nuestros impulsos es la formula del fracaso.
Las decisiones que provienen del estado de ánimo o del impulso del momento, la mayor parte del tiempo no tienen el poder del Espíritu Santo apoyándolas porque no es algo que Dios haya inspirado.
Si usted se encuentra atravesando algún problema, tome la actitud de la paciencia y la espera. Ore y vuelva a orar, hasta que la paz de Dios lo gobierne. Y sobre todas las cosas, ríndase a Dios en ese tiempo de espera ya que ése es el verdadero propósito de la demora de la respuesta de Dios.
La oración señalada en el Salmo 33 continúa diciendo: “Nuestra ayuda y nuestro escudo es él”. Hoy en día, muchas personas hacen del humanismo, la psicología y la filosofía, su ayuda. Piensan que estas cosas nunca les fallarán y que encontrarán el verdadero camino de la vida en ellas. Pero eso no es verdad. Solo Dios, quien es fiel y amoroso, nunca falla. Dios debe ser nuestra ayuda y nuestra fuente de protección.
También debemos orar diciendo, como lo señala el Salmo 33: “Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón”. ¿Cuántas personas están enojadas con Dios? He escuchado que la gente dice: “estoy enojado con Dios”.
Dado que fueron heridos por la vida, culpan a Dios por su condición. Al orar, tenemos que arrepentirnos, cambiar nuestra actitud y contentarnos con el Señor. A veces no entendemos lo que nos sucede. Es como si nos encontráramos intentando caminar a través de una tormenta de arena.
En ese momento, tenemos que aceptar lo que nos ha tocado vivir, dando gracias a Dios y diciendo: “Dios, tú eres mi alegría. Me contento con lo que estoy viviendo. Mi gozo no viene de las circunstancias sino de tu Palabra y tu fidelidad”.
Usted y yo tenemos dos opciones. Podemos frustrarnos y enojarnos con Dios o podemos agradecerle en medio de la confusión. Lo invito a hacer de Dios su alegría y gozo.
Solo cuando Dios es nuestro mayor amor, comenzamos a entender la vida y los milagros ocurren. Recuerde lo que dice el Salmo 37:4: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”.
Si deseas recibir los audios de las Meditaciones Ascender en tu celular, envíanos un mensaje de WhatsApp con tu nombre al +5213322061834 ¡Es gratis y siempre lo será!
Comments