"Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis" (Amós 5:4)
Desde el principio, Dios ha manifestado su deseo de tener una cercana y cálida comunión con su pueblo. El Salmo 25:14 dice: “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen”. Además, el apóstol Pablo declaró que fuimos “llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo” (1 Corintios 1:9).
Esta es la razón por la que somos gustosamente invitados a acercarnos al Señor para tener tiempos devocionales diarios junto a Él. En síntesis, Dios quiere tener comunión con nosotros.
La gracia de Dios nos rodea
La gracia de Dios que fortalece la vida y que nos da gozo y esperanza en medio de las dificultades, está disponible ahora mismo para todo aquel que se acerque al Señor con un corazón humilde y anhelante.
El apóstol Pablo les dijo a los atenienses que Dios no está lejos. Hechos 17:27 dice: “Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros”.
Esto significa que aquel que le busca con sinceridad, como respuesta a la obra del Espíritu Santo en su corazón, podrá hallarle y podrá tener comunión con Él. Por lo tanto, en este mismo momento, podemos recibir fortaleza y gracia para nuestra vida si tan solo disponemos nuestro corazón a Dios.
Se cuenta una historia que tuvo lugar durante los primeros años de la exploración europea en el continente Americano. Este relato es sobre un barco que se quedó sin agua para beber, cerca de la desembocadura del río Amazonas.
Este rió tiene una mayor extensión de agua dulce que cualquier otro río del mundo. Los marineros, debido a que no podían ver tierra, pensaban que estaban perdidos en medio del océano. A causa de esto, algunos de ellos murieron de sed.
Finalmente, en su desesperación, un marinero arrojó al agua una cubeta amarrada con una soga, con la finalidad de subir agua para beberla creyendo que era salda. Fue tan grande su asombro que se arrojó al agua gritando que se podía beber. Aquél día, toda la tripulación descubrió que había estado navegando en agua dulce durante días.
Así como en el relato anterior, la gracia de Dios, su misericordia y su favor, están a nuestro alrededor ahora mismo. Debido a que hemos creído en Cristo y le hemos confesado como Salvador, la gracia y el favor de Dios nos rodean.
Si tan solo nos disponemos a tener un tiempo devocional con el Señor, podremos beber el agua dulce de la gracia y la renovación espiritual, y podremos dejar atrás la amargura y el desánimo.
El profeta Amós dijo: “Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis” (Amós 5:4). Este pasaje es la clave para nuestra vida devocional.
La expresión “Así dice Jehová” se aplica en esta pasaje para mostrar cuál es la instrucción de Dios para nuestra vida. Esto significa que buscarle es parte de los mandatos que Dios nos da para llevar una vida plena y feliz.
Entonces, ¿qué significa “Buscar a Dios”? Esto no se refiere a buscar al Señor como un objeto perdido. Algunas personas pierden sus llaves, otros la billetera, incluso hay quienes pierden el celular. Entonces tienen que buscar y buscar hasta encontrar.
Sin embargo, buscar a Dios no significa algo como esto. La búsqueda de Dios en realidad es un camino de descubrimiento y asombro acerca de la persona y el carácter de Dios.
El pueblo de Israel había perdido de vista quien era Dios y habían caído en una religiosidad muerta. Ellos, por causa de su rebeldía, habían sido llevados como esclavos a Babilonia y allá, en esa tierra lejana, habían olvidado quien era Dios.
Por eso, el Señor les dijo: “Búsquenme”, que significa “Conózcanme, descúbranme, pues me quiero revelar a ustedes”. Así mismo, nosotros recibimos esta misma instrucción el día de hoy. El Señor nos dice: “Ustedes me pueden conocer, pueden aprender mis caminos y pueden caminar a mi lado”.
Desde luego, para poder hacer esto, debemos adoptar una actitud de búsqueda y devoción. Nuestra actitud debe ser perseverante, diligente, consistente y debe ir acompañada de humildad y sencillez.
El profeta Amós declaró que una vida plena, radiante y bendecida sería el resultado de la búsqueda de Dios. Él dijo: “Buscadme, y viviréis”. Naturalmente, la vida que Dios nos otorga cuando le buscamos no es una vida amarga, corrupta o llena de infelicidad.
Josué 1:8 dice: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
Así es, la vida que Dios infunde en nosotros cuando le buscamos es una vida abundante y plena. Cuando comenzamos a conocer al Señor y le amamos con un corazón sincero, como resultado de ese conocimiento, nuestras vidas cobrarán un nuevo significado.
La infelicidad, la tristeza, la ansiedad y la preocupación solo tienen poder en nosotros cuando no buscamos al Señor. Sin embargo, cuando nos dedicamos al Señor con un corazón ferviente, cuando oramos, leemos la Palabra, la memorizamos y la atesoramos en nuestro corazón, entonces, la fe y la confianza vienen como un río a nuestro corazón.
Además, un río de esperanza nos cubre, nuestros problemas se vuelven pequeños y encontramos una solución sabia para cada dificultad de la vida. Por eso, Proverbios 14:26 dice: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos”.
Todas las personas viven de acuerdo con una postura. Es decir, cada persona adopta un modo de vida de acuerdo a lo que ella considera mejor para sí misma. Los hijos de Dios debemos adoptar el estilo de vida de la Palabra de Dios.
¿Cómo nos dice la Palabra que debemos vivir? En la Biblia, el Señor dice: “Buscadme y viviréis”. A partir de este día, propongamos en nuestro corazón buscar al Señor con un corazón ferviente.
El pastor Charles Spurgeon dijo: “La oración debe ser la llave que abre nuestras mañanas y el cerrojo que cierra de cada una de nuestra noches”. Hagamos de la oración nuestro estilo de vida. Entonces, la fe, la esperanza y el amor reinarán en todo nuestro ser.
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