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Foto del escritorMarlon Corona

Bajo las alas de Dios

Actualizado: 15 ene 2020

"Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro" (Salmos 91:4) El comentarista bíblico y maestro de griego, William Barclay dijo: “El hombre es un ser necesitado. Dios lo creó para necesitarle a Él”. En pocas palabras, la necesidad es la condición real de la humanidad.

Por esta razón, el hombre es un ser que busca constantemente refugio y seguridad, un lugar en donde pueda estar en paz.

Debido a esto, al no encontrar un lugar seguro y no tener reposo en su alma, llega a afligirse y a desesperarse. Entonces surge la depresión y la tristeza en su corazón.

En un principio, cuando el hombre fue creado por Dios no tenía temor, ni ansiedad ni desesperación. Antes de la aparición del pecado el ser humano vivía en armonía y felicidad.

Génesis 2:8 dice: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado”. Lo asombroso es que la palabra “Edén”, la cual es una palabra en hebreo, tiene un triple significado: “Gozo, felicidad y plenitud”.

Esto indica que Dios creó al hombre para vivir en medio del gozo, sin la presencia de la angustia o la ansiedad, la felicidad, sin la presencia de la amargura o la tristeza, y la plenitud sin que le faltara cosa alguna.

Aunque el cuerpo del hombre estaba desnudo, la gloria de Dios le cubría y por eso no padecía de frío, ni calor. La gloria de Dios cubría a Adán y a Eva de tal forma que el temor y la ansiedad no podían acercarse a ellos.

No obstante, cuando el pecado apareció, debido a la desobediencia de Adán y Eva, el hombre fue expulsado de la presencia de Dios y aquella gloria que lo vestía se apartó de Él.

Génesis 3:6-7 nos dice lo siguiente: “6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. 7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”.

Los ojos de ambos se abrieron, no porque estuvieran cerrados. Esta expresión indica que se dieron cuenta y llegaron al entendimiento de su terrible falta. Con razón los teólogos llaman a esta escena la madre de todas las tragedias.

Qué ruina tan terrible, que fracaso más grande, que dolor más profundo el que experimentaron Adán y Eva al abrir sus ojos a su nueva y trágica realidad. Por eso, el apóstol Pablo dijo: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Aquella gloria cálida que un día les cubrió no solo del medio ambiente sino de los terribles peligros de la amargura y la depresión, les había sido retirada por su pecado. Fueron destituidos. Desde el momento en que pecaron, Adán y Eva quedaron desnudos y expuestos.

Hoy en día, la desnudez física ha sido cubierta por el vestido y la ropa. Sin embargo, el hombre todavía sufre los efectos de la desnudez espiritual. Entonces, ¿en qué sentido está desnudo el hombre?

En un día frío, si una persona no tiene un abrigo, se enferma y sufre. Así mismo, el hombre que está desnudo y fuera de la presencia de Dios, sufre y llora porque no encuentra un lugar seguro ni reposo para su alma.

Actualmente el hombre está desnudo y expuesto frente al mundo que le rodea. Esto significa que el mundo que antes estaba bajo su gobierno se volvió un lugar de riesgo y peligro para el hombre.

Además, el hombre se encuentra expuesto frente al diablo. La Biblia nos indica que, tan pronto un ser humano nace en esta tierra, viene a estar bajo el dominio del diablo. Efesios 2:2 dice que Satanás es “el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”.

Como si esto fuera poco, el hombre está desnudo y descubierto frente a sus propios deseos y pasiones siendo un esclavo de ellos. Pablo dijo: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros” (Tito 3:3).

Ante esta realidad, ¿dónde podemos encontrar refugio y protección? El Salmo 91:4 afirma una hermosa promesa para nosotros. Dice: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad”.

En esta porción de la Escritura, El Señor promete cobertura y resguardo. Sin embargo, ¿quienes pueden disfrutar de esta tremenda bendición hoy en día?

La Biblia nos enseña que Dios envió al mundo a su Hijo Jesucristo para llevar nuestros pecados y nuestra maldad en la cruz, para de este modo reconciliarnos consigo mismo.

2 Corintios 5:18 dice: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo”. Por medio de su muerte en el madero, todos aquellos que reciben a Jesucristo como Señor y Salvador, llegan a experimentar la promesa y la bendición de estar bajo las alas de Dios.

Este milagro consiste en que Dios cubre nuestra desnudez con su gracia y nos rodea con su amor. Estar lejos de Cristo y no recibirlo como Señor, es sinónimo de desnudez y soledad. Pero al creer en Cristo y rendirnos ante su señorío, la gracia de Dios nos cubre y llena nuestra vida.

Por esta razón, el apóstol Pedro declaró: “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas” (1 Pedro 2:25).

Usted no tiene que vivir expuesto y desnudo, ni está obligado a vivir bajo el yugo opresivo de la amargura y la infelicidad. Puede venir el día de hoy delante de Jesucristo y recibirlo como Señor y Salvador.

Juan 1:12 declara lo siguiente: “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. ¿Por qué no viene hoy bajo las alas de Dios? ¿Por qué no recibe a Cristo en su vida, al creer en Su Nombre? Hoy es el día de acudir al Señor y refugiarnos bajo Su abrigo y Sus alas.

Al hacerlo, la misma gloria de Dios vendrá sobre usted y le cubrirá, prosperándole en todas las cosas, dándole salud, así como prospera en su alma. Usted no se encontrará más en desnudez, ni en soledad o abandono.

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