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Adorar en verdad

Foto del escritor: Marlon CoronaMarlon Corona

"Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad." (Juan 4:24)


A lo largo de la historia, las personas que adoraron a Dios, se rindieron ante Él y vivieron una vida para honrarle, fueron personas que su destino fue cambiado en uno de bendición y gloria.


Adorar a Dios nunca nos dejará en bancarrota, en miseria o en maldición.


Sino que la adoración prepara la vida para recibir las más ricas y abundantes bendiciones del cielo.


Desde Moisés, un hombre lleno de temores y complejos, que se volvió un gran conquistador y dejó La Ley para el pueblo de Israel, hasta el rey David, que comenzó siendo un pastor de ovejas pero fue conocido como un hombre conforme al corazón de Dios.


Cuando un hombre o una mujer se proponen adorar a Dios y llevar una vida centrada en Él, toda aflicción será superada, todo dolor sanado y toda montaña y adversidad serán removidas, en la vida de tal persona.


El Señor Jesús nos dijo que, no solamente se tiene que adorar en espíritu, sino también adorar en verdad.


Adorar en espíritu es ser guiados por el Espíritu Santo mientras nos arrepentimos de nuestros pecados y nos volvemos a Dios del mal camino.


Esto es posible cuando experimentamos el milagro del nuevo nacimiento. Sin embargo, ¿qué significa adorar en verdad y cuáles son sus alcances en nuestra vida?


Adorar en verdad es adorar centrados en la Palabra de Dios.


Toda adoración que carece de la influencia de la Palabra de Dios no tiene poder. Actualmente, hay quienes tratan de sustituir el poder de la Biblia con la ética, el arte, la literatura o la filosofía. Pero para Dios esto no es agradable.


Hoy vemos iglesias que se centran en un método, en el carisma de una persona o incluso iglesias que han tratado de “bautizar” lo mundano para atraer a la gente.


Tal ideología, carente del poder de la Palabra de Dios, no solo fracasará sino que no recibirá la aprobación de Dios.


En la Biblia, encontramos que una de las urgencias del creyente es hallarse aprobado delante de Dios.


Pablo le dijo a Timoteo (2 Tim. 2:15):


“Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad”.


Debemos esforzarnos por vivir una vida que Dios apruebe.


Esto implica abandonar todas aquellas cosas que son vergonzosas y pecaminosas delante de Dios.


Por otro lado, parte de la aprobación que debemos buscar delante de Dios es la de una correcta interpretación de la Palabra, que es la Biblia. Desde luego, esto requiere esfuerzo y dedicación.


Debemos invertir nuestras vidas en el conocimiento de la Palabra y de la verdad divina.


Debemos leer la Biblia e interpretarla correctamente. Esto es posible por medio del estudio diligente.


Debemos evitar la influencia del modernismo en la iglesia que sugiere una nueva interpretación de la Biblia.


Debemos apegarnos a lo que “dicen” los textos bíblicos y no a lo que nosotros queremos que “digan” los textos.


Mención sobre el cristianismo histórico.


Si siempre estamos buscando agradar a Dios seremos bendecidos por Él con comprensión de su Palabra.


Jesucristo es tanto la verdad como la Palabra.


Por ejemplo, esto dice en Juan 1:9 y Juan 14:6.


“Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”.


“—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí”.


Por eso, la adoración que elevamos a Dios debe ser cristocéntrica, y para lograrlo se debe amar la Palabra de Dios, que es la Biblia.


Toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, debe ser interpretada por la muerte y la resurrección de Jesucristo.


Al leer el Antiguo Testamento, debemos pedirle al Espíritu Santo que nos permita ver a Jesucristo en cada relato.


En la Biblia hay un único tema de conversación: Cristo.


Por eso, toda adoración debe comenzar con Jesucristo y culminar con su persona.


Esta es la verdadera adoración.


Cuando uno adora en verdad, el Espíritu Santo, quien es el Espíritu de verdad, obra y Dios acepta tal adoración.


En los últimos días, la gente se apartará del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios, e intentará adorar a Dios como en la época de Caín, quien puso en el altar algo carnal.


2 Timoteo 3:1-5 dice así:


“1 Ahora bien, ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles.


2 La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,


3 insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno,


4 traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios.


5 Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad. ¡Con esa gente ni te metas!”


Debemos rechazar esta tentación, y procurar con todas nuestras fuerzas que nuestra adoración sea en espíritu y en verdad.


Dios acepta tal adoración y siempre viene trayendo perdón, libertad, sanidad, bendición, respuesta a la oración y poder que vivifica. Adoremos en verdad.


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