Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren (Juan 4:24).
A lo largo de la historia, las personas que adoraron a Dios, se rindieron ante Él y vivieron una vida para honrarle, fueron personas que su destino fue cambiado en uno de bendición y gloria. Adorar a Dios nunca nos dejará en bancarrota, en miseria o en maldición. Sino que la adoración prepara la vida para recibir las más ricas y abundantes bendiciones del cielo.
Desde Moisés, un hombre lleno de temores y complejos, que se volvió un gran conquistador y dejó La Ley para el pueblo de Israel, hasta el rey David, que comenzó siendo un pastor de ovejas pero fue conocido como un hombre conforme al corazón de Dios.
Cuando un hombre o una mujer se proponen adorar a Dios y llevar una vida centrada en Él, toda aflicción será superada, todo dolor sanado y toda montaña y adversidad serán removidas, en la vida de tal persona.
El Señor Jesús nos dijo que, no solamente se tiene que adorar en espíritu, sino también adorar en verdad. Adorar en espíritu es ser guiados por el Espíritu Santo mientras nos arrepentimos de nuestros pecados y nos volvemos a Dios del mal camino. Sin embargo, ¿qué significa adorar en verdad?
Adorar en verdad es adorar centrados en la Palabra de Dios. Toda adoración que carece de la influencia de la Palabra de Dios no tiene poder. Actualmente, hay quienes tratan de sustituir el poder de la Biblia con la ética, el arte, la literatura o la filosofía. Pero para Dios esto no es agradable.
Jesucristo es tanto la verdad como la Palabra. Por ejemplo, esto dice en Juan 1:9 y Juan 14:6. Por eso, la adoración que elevamos a Dios debe ser cristocéntrica, y para lograrlo se debe amar la Palabra de Dios, que es la Biblia.
Toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, debe ser interpretada por la muerte y la resurrección de Jesucristo. Toda adoración debe comenzar con Jesucristo y culminar con su persona. Esta es la verdadera adoración.
Cuando uno adora en verdad, el Espíritu Santo, quien es el Espíritu de verdad, obra y Dios acepta tal adoración. En los últimos días, la gente se apartará del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios, e intentará adorar a Dios como en la época de Caín, quien puso en el altar algo carnal.
Debemos rechazar esta tentación, y procurar con todas nuestras fuerzas que nuestra adoración sea en espíritu y en verdad. Dios acepta tal adoración y siempre viene trayendo perdón, libertad, sanidad, bendición, respuesta a la oración y poder que vivifica. Adoremos en verdad.
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