Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren (Juan 4:24).
La adoración es un acto hermoso y sublime de rendición y entrega a Dios. Es el acto por medio del cual le decimos al Señor: “Tú eres mi satisfacción y mi bien, mi mayor bendición”. Y la persona que refleja esto en su vida en realidad lo tiene todo.
Qué bendición es para nosotros la adoración a Dios. Nos hace dependientes de Él, nos recuerda que somos amados y que podemos corresponder con amor a nuestro buen Dios. El salmista decía: “Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti” (Salmo 16:2). En pocas palabras, adorar a Dios es reconocer que todo pierde valor en este mundo y solo el señor es verdaderamente valioso. Yo los invito el día de hoy a declarar con sus labios: “Jesucristo, tú eres lo más valioso para mí”.
Cristo enseñó cuál debe ser la forma en la que debemos adorar a Dios: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). La adoración debe ser en espíritu y en verdad. El día de hoy quiero que pensemos en la adoración en espíritu.
La Biblia dice que todos hemos pecado y por ende, estamos muertos espiritualmente. No estamos un poco mal, un poco equivocados ni un poco torcidos, tampoco estamos un poco enfermos o moribundos. Estamos completamente muertos espiritualmente, separados de la gloria de Dios: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
Sin embargo, la persona que cree en Jesucristo recibe el perdón de pecados por la sangre de Cristo y, a partir de ese momento, nace de nuevo en el Espíritu Santo y puede llamar a Dios: Padre (1 Pedro 1:3).
Adorar en espíritu es vivir siguiendo la guía del Espíritu Santo. Debido a que Él es nuestro Maestro, nosotros le seguimos y le servimos. La única adoración que Dios recibe es la que procede de una vida guiada y dirigida por el Espíritu Santo.
Para poder vivir una vida como tal, guiada por el Espíritu Santo, primero tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados. El pecado es como una interferencia que nos impide percibir la señal de Dios. Santiago dijo: “…” (Santiago 4:8-10). La persona que vive un genuino arrepentimiento podrá ser guiado por el Espíritu y adorará a Dios, y entonces, su vida brillará con el brillo celestial. Adoremos en espíritu a partir de hoy.
Si deseas recibir nuestros materiales en tu celular, envíanos un mensaje de WhatsApp con tu nombre al +5213322061834 ¡Es gratis y siempre lo será!
Comments